5/1/08

CIENTO OCHENTA EN CADA TELE

Tesis de partida: si las estimaciones de asistencia a las manifestaciones las hacen las propias entidades convocantes, ¿por qué no dejar que sean los propios programas televisivos los que estimen cuál es la audiencia que consiguen? Dedicaré la columna de hoy a poner un ejemplo de esta chorrada. Celebróse en Madrid recientemente una concentración en defensa de la familia cristiana (¿la amish también? ¿y la hutaree?) convocada por el Arzobispado de Madrid. Y los propios clérigos convocantes, suponemos que dándose codazos disimulados entre ellos y conteniendo la risa, han ofrecido las cifras de asistencia más repetidas, las que los comentaristas más comentan y los medios de comunicación más comunican: 2 millones de almas. ¡Toma! Es decir, dado el espacio objetivamente medible que ocupó la concentración, casi 18 personas por metro cuadrado. A eso le llamo yo estar apretaditos. Se conoce que hacía mucho frío.

Así que se me ha ocurrido que a partir de ahora sería divertido que fuera la propia Conferencia Episcopal la que ofreciera las cifras de audiencia de programas como "Testimonio", "Últimas preguntas", "El día del Señor" o "Pueblo de Dios", espacios de la televisión estatal cedidos a la iglesia católica para que se denuncie en ellos la persecución estatal contra la iglesia católica. Todos nos íbamos a reír un montón. ¿"Testimonio"? Un momento... un 87,5% de share y 23 millones de espectadores. ¿"Pueblo de Dios"? Ahora le digo... un 92,2% de share y 37,8 millones de espectadores. ¿"Últimas preguntas"? La repera: ¡un 145% de share y 256 millones de espectadores cada domingo!. ¿Que el share no puede pasar del 100%? ¿Que en España sólo hay 40 millones de habitantes? ¿Qué menudencias son éstas para una iglesia que es capaz de meter a 18 fieles en un metro cuadrado? Se ponen a 180 personas delante de cada televisor y arreglado. ¿Qué es, que van a dejar de mentir a estas alturas de la historia de Occidente y de la campaña preelectoral?

1 comentario:

  1. "El Papa toma España como campo de su batalla contra el laicismo", dice El País en portada. Y no sólo España, sino también los otros dos "grandes feudos del sur de Europa", que serían Italia y Francia. Bueno, no sé si en Italia la batalla iba a ser muy ardua, ya que juega en casa y eso siempre es una ventaja. Pero qué miedo. Resulta que, sin comerlo ni beberlo, ya estamos inmersos en medio de una guerra santa. Y el caso es que no les faltan motivos, oye, si abrimos las páginas del diario leemos que "Roma teme el contagio del modelo de Zapatero" porque al parecer es muy probable que pronto les gobierne un rojo ateo, ja ja ja, pobres. Y además también nos consideran (a España) "el problema número uno entre los países occidentales para el Vaticano". Imagino que el problema número uno entre los países no occidentales para el Vaticano será el hambre y tal. Claro, en Occidente no hay hambre, ni ningún tipo de necesidad en absoluto que pueda concernir a una organización solidaria como pretende disfrazarse ahora la Iglesia para conseguir más financiación, en Occidente sólo hay laicismo. Parece que la Iglesia peca (¿termino aquí la frase?, je je) de lo mismo que cualquier otra gran institución con más o menos poder, no tiene capacidad de enfrentarse a problemas verdaderos y se entretiene con tonterías muy aparentes que alimentan, o más bien engañan el hambre, del respeto de sus seguidores. Como cuando salen a la calle a rasgarse las sotanas porque los ciudadanos cada vez tenemos más derechos que nos hacen iguales entre nosotros, y más diferentes de Dios. Lo que más me molesta de todo es que perviertan con tan poca vergüenza la palabra “familia”, una palabra con la que la mayoría de nosotros evocamos todo lo bueno que hay en nuestra vida, en la que incluimos no sólo la carne y la sangre, como animales que somos y orgullosos de serlo, sino también la historia y la palabra, que nos hacen personas y más orgullosos aún de serlo. Cada vez que esos impresentables salen con pancartas y banderitas de colores a decirle al mundo lo que tiene que ser la familia me pongo de los nervios. Irónico, ¿no?, un grupo de hombres y mujeres solteros y vírgenes, en el nombre de otro señor que juran y perjuran que murió sin haberse jamás casado ni tenido descendencia, hijo de un carpintero desposado de rebote con una virgen que dio a luz el hijo de otra persona. Toma familia tradicional. Marián, anda, quédate en casa.

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