La tele es romántica excepto para los que viven en Cambridge, es decir, excepto para los que no viajan con la ayuda del mando a distancia. Es fácil no perderse en la tele viviendo en el telediario, en los documentales de La 2 o en “Los Simpson”, pero no perderse es tan académico como poco romántico. Hay que salir de Cambridge de vez en cuando para entender que la vida televisiva no termina en Homer Simpson, sino que continúa en la curiosa “The listener” (Antena 3) o en “Por un puñado de dólares” (DCine español), una película fácil de malinterpretar para los viajeros acostumbrados a la navegación de cabotaje cinéfilo. La programación televisiva del verano tiene muchas ofertas para viajar lejos de los puertos conocidos de las reposiciones de “House” o de “Friends” y, aunque lo más probable es encallar en algún programa de bromas grabadas con cámara oculta, un resumen de la alucinantemente pija Copa del Rey de vela o incluso el campeonato europeo de póker, merece la pena salir de Cambridge y echar un vistazo al mundo. Por viajar un poco. Por perderse. Por equivocarse. Por romanticismo.Navegar subidos al mando a distancia en una noche de verano es muy romántico. Puede que la noche nos confunda y terminemos comprando en la teletienda uno de esos absurdos aparatos para perder kilos sin cansarse, pero un viaje siempre tiene sus riesgos. Cualquier cosa, menos quedarse en Cambridge viendo una y otra vez nuestros capítulos favoritos de “Friends”. Viajar. Perderse. Equivocarse. Sólo por romanticismo.
Me parece bien que recomiendes series americanas para ver, pero no recomiendes que la vean a través de Antena 3. Bueno, ni Antena 3 ni cualquiera nacional. Recomienda que se las bajen y las vean en V.O.S, que es como, a mi juicio inexperto, se deben ver las series y películas.
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