15/12/09

GLÁNDULA

La cámara se acerca y llega a entrar por la ventana de la salita. Jorge y Claudia están medio tumbados en el sofá. Sobre la mesa hay una bandeja con restos de una cena. Discuten sobre qué ver en la tele. En La 2 se está emitiendo "Crónicas: 1979, los últimos retos de la Transición", hecho a base de imágenes de archivo y entrevistas actuales a los protagonistas de la política española en aquellos años. Antena 3 emite "Estás invitado", un nuevo reality en donde miembros de familias que llevan muchos años sin contacto comparten convivencia en una casa hasta que poco a poco van descubriendo quiénes son las personas que llevan buscando tanto tiempo. "Por Dios, qué rollo, ni se te ocurrirá poner esto, ¿verdad?". "Estás mal de la cabeza si te crees que voy a aguantar a estas tías aquí lloriqueando porque quieren conocer a su padre". "Haz el favor, eh, quita ahora mismo este coñazo, ¿a mí qué me importan los atentados que hacía ETA en 1979?".

Aceptan a regañadientes ver un rato cada programa. Cuando Claudia se hace con el mando a distancia y atiende interesada a la pantalla Jorge la mira con absoluta extrañeza, como si no reconociera a la mujer con la que ha vivido todos estos años. Es imposible que a nadie le guste lo que le gusta a Claudia. De hecho, él se siente tan aburrido a los pocos segundos que coge cualquier revista o libro de la mesa para matar el tiempo hasta que pueda cambiar de cadena. Entonces es Claudia la que resopla, lo mira con una enorme distancia y duda de si Jorge en verdad quiere ver esa cadena o lo hace solamente para fastidiarla. Es imposible que a nadie le guste lo que le gusta a Jorge. La noche avanza. En el televisor se ve a Tarradellas en el Palacio de la Generalitat, a Esther llorando al ser reconocida por la esposa de su padre, a Martín Villa hablando de los rumores de golpe de Estado durante la Transición, a Miguel confesándole a Manuel por qué abandonó a su familia. Jorge y Claudia se han quedado dormidos. La cámara se aleja hasta abarcar toda la fachada del edificio con bastantes ventanas iluminadas. La distancia convierte cualquier emisión de los televisores en una luz trémula indistinguible que rebota contra las paredes. Afuera el frío es absoluto. Comienzan a caer copos de nieve apáticos, afilados, como salidos de alguna glándula.

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