En el siglo XVII Descartes decía que si queremos algo no es porque nos salga del “potorro”, sino de una parte del encéfalo que a él le hacía tilín: la glándula pineal. Ése es, pensaba, el lugar en el que nuestra alma, pensante e inextensa, se conecta con nuestro cuerpo, material y extenso. De manera que, para el fundador de la filosofía moderna, si pensamos, sufrimos o queremos algo es porque “nos sale” de la glándula pineal. Es sin duda una idea rebuscada, pedante y falsa, pero dejadme, ay, que la prefiera a esa mucho menos rebuscada y pedante, pero igual de falsa del “potorro” que propone la Esteban, tal vez porque a cada uno el cuerpo le hace tilín donde Dios le da a entender.El prestigioso neurobiólogo y Premio Príncipe de Asturias Antonio Damasio considera que el error de Descartes fue separar el cuerpo y el alma en un dualismo peligroso y falaz. La princesa del pueblo se conforma con cambiar la glándula pineal por el “potorro”. Siempre que se trate de “todo el potorro”, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario