23/8/11

EL SILENCIO DE WYOMING

El paso del Santo Padre por nuestro país ha provocado todo tipo de reflexiones y reacciones emocionales, pero creo no equivocarme si señalo que son muchos, muchísimos, los españoles que se han sentido profundamente decepcionados por la ausencia del Gran Wyoming y su silencio ante la gravedad y la urgencia de los acontecimientos producidos. Recordemos a otro superhéroe diferente del que tanto se ha hablado estos días, Spiderman: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Si la chavalería británica se sulibeya y comienza a derribar farolas y a quemar coches de gama alta, David Cameron interrumpe sus vacaciones de primer ministro y vuelve a Downing Street a repartir la leña que proceda. Si un incendio forestal, o un petrolero que se parte en dos, o un huracán demasiado cercano a una gran ciudad del sur de los EE.UU., tienen lugar en mitad de agosto, el ministro del ramo cambia el bañador por el tweed y regresa a su despacho. Hay cargos cuyas vacaciones son condicionales a los acontecimientos.

Pues tú igual, Wyoming. Cobras un sueldazo lo suficientemente descomunal y eres el referente de un número de espectadores lo suficientemente incondicional, como para que estar de vacaciones no excuse no haber realizado una serie de especiales de “El intermedio” llenos de falsos doblajes, montajes inverosímiles y agudísimas ironías que llevasen un hálito de paz y sosiego espiritual que balsámicamente intercediera ante la nada y el espanto que se ha sufrido en España durante estos días. Ante una explosión nuclear de irracionalidad, miseria moral y cursilería como la que nos ha devastado la semana pasada, alguien como tú ha de decir al camarero que anule el pedido de tortillitas de camarones, plantarse inmediatamente en Madrid y empezar a repartir humor malintencionado y inteligente, único alivio posible para tantos de nosotros. Grandes teólogos se pasaron el siglo XX reflexionando acerca del silencio de Dios. Yo debo de ser medio tonto, porque lo que más me molesta es el silencio de Wyoming.

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