11/12/14

LA ABEJA INFANTA Y EL ZÁNGANO


En el siglo XX, Karl von Frisch descifró la danza con que las abejas comunican a sus compañeras dónde hay alimento. Giran y sacuden el abdomen de una forma peculiar ya descrita por Aristóteles hace 23 siglos. Pero esta danza es propia de las abejas obreras, no de las reinas, que utilizan las feromonas como forma de comunicación química.

Anteayer, vimos en laSexta cómo unos periodistas en Suiza pedían a la infanta Cristina su parecer sobre las últimas noticias judiciales sobre la corrupción en el caso Nóos. La infanta sonrió, dijo “Buenos días” y subió a la parte trasera de un cochazo. Cuando este arrancó, elevó el brazo derecho, abrió la mano y, flexionando la muñeca hacia atrás, la sacudió repetidamente a los lados. Tras bajar el brazo un instante, volvió a repetir la misma sacudida. Varios programas de laSexta que emitieron las imágenes dijeron que la infanta no contestó a las preguntas. ¿Y si contestó, pero nadie descifró su peculiar danza?

Para nosotros, decir “Buenos días” y sacudir la mano extendida desde un cochazo a unos currantes que quieren informar a los españoles es no responder porque solo significa “Hola y adiós, pringaos”. Pero, ¿y si significa otra cosa? Tal vez, entre los humanos convivan diferentes formas de comunicación, como ocurre en las colmenas. Quizá, dentro de 24 siglos (si la realeza no se extingue antes) un tipo gane el Nobel por descifrar la danza que la casta real utiliza para comunicarse, una danza hasta entonces incomprensible para los humanos obreros que usamos un lenguaje más prosaico. Entonces se sabrá qué dicen, cuando parece que no dicen nada, tanto los reyes y reinas como el reservorio adjunto de herederos y herederos en la línea sucesoria que habitualmente revolotea a su alrededor. La danza de los zánganos parece más accesible y, vista aquella carrera de Urdangarín huyendo despavorido de la prensa, tal vez solo sea una variante de la danza de guerra de la comadreja. Sea como sea, quede claro que en esta historia me corresponde el papel de Aristóteles. Que es a lo que voy, claro.

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