30/12/16

¿DEBATIMOS O COMEMOS CHORIZO?



Ante un enfrentamiento de ideas, ¿qué hacemos? ¿Debatimos o comemos chorizo? Desde los albores de la filosofía hasta noviembre de 2016 se había defendido la primera opción como la más provechosa para abordar una polémica. Incluso hay quien piensa que todo lo que nuestra sociedad posee de bueno es fruto de la dialéctica, de la lucha entre ideas. Sin embargo, a partir de diciembre de este año estamos empezando a valorar que quizá lo mejor que se puede hacer ante un enfrentamiento es ponernos tan ciegos de embutido que ya no seamos capaces de argumentar. Sí, en efecto, esta entrada del blog trata sobre el anuncio de Campofrío de estas navidades.

¿El independentismo catalán es fruto del legítimo anhelo de libertad de un pueblo oprimido, o de los intereses de la región más rica de España que no quiere contribuir a su redistribución en el país? Trae p’acá una loncha de mortadela. ¿Tiene sentido la idea de Dios y en ella misma está la prueba de su existencia, o tal idea es un sinsentido cuya obstinación será desmontada desde la filosofía o la psicología? Coño, qué bueno está este fuet. ¿Es éticamente reprobable el consumo de carne animal al ser las bestias sujetos de derechos, o es lícita la explotación de los recursos ganaderos y se rechaza una antropomorfización infantil de los animales más influida por Disney que por Marx? Pufff, ya me he comido cinco salchichas, voy a comerme otra -por cierto, hay que ser muy cretino y muy cretense para defender que lo mejor que pueden hacer un carnívoro y una vegetariana para manejar sus diferencias es sentarse a comer embutido-.

Comamos chorizo, pues. Primero comer chorizo, luego filosofar. Comamos chorizo para contener la risa ante la caradura de una empresa que busca vender carne citando a Podemos y al Partido Popular, para ahogar la náusea ante un anuncio que pone a un mismo nivel el enfrentamiento entre béticos y sevillistas y la guerra civil que se desencadenó tras el golpe de Estado de 1936. Es Navidad, y hoy más que nunca todo no es más que una cuestión de gustos. Una política económica o la gama de productos cárnicos de Campofrío. Comamos chorizo.

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