1/3/17

TALENTARIADO

Juan Carlos Ortega sólo cuenta con su talento. Luis Piedrahita sólo cuenta con su talento. Otros humoristas -algunos de ellos buenísimos, como el Gran Wyoming, los tres “Ilustres ignorantes” o los genios de amoníaco sulfúrico de “Mongolia”- usan también como recurso una cierta complicidad ideológico-existencial con sus espectadores que actúa como un arma de doble filo: por un lado, les gana una simpatía de entrada que amplifica la respuesta humorística del oyente; por otro, les aplasta con un techo de cristal que impide que su audiencia pueda crecer indefinidamente de forma proporcional a la calidad de su sátira. Pero Ortega y Piedrahita se presentan ante el público con una única herramienta, sólo una: su descomunal talento para el humor.

Cada carcajada que Luis Piedrahita arranca con sus intervenciones en “El hormiguero” está ganada con el sudor de su deslumbrante ingenio. Cada vez que Juan Carlos Ortega nos deja boquiabiertos con sus originalísimas ideas en “Late Motiv”, ese calorcito de alegría e inteligencia que nos dura a los espectadores minutos -u horas, e incluso a veces días- tiene como único ingrediente el humor en estado puro. Nadie les va a regalar una sola sonrisa por ser de los nuestros, por compartir enemigos, por ser guapos. Cada risa hay que remarla porque de entrada el viento no sopla a favor. He visto a centenares de personas reír ininterrumpidamente -lo juro, sin un segundo de descanso- durante ochenta minutos en el último espectáculo de Piedrahita. Conozco a serios profesionales, doctores y catedráticos, que atesoran los vídeos y los podcasts de Ortega con la exhaustividad de un fan adolescente, y que en caso de incendio correrían a salvarlos antes que a muchos familiares. Ambos fenómenos se explican apelando exclusivamente a un único don, el único que tienen, en el que lo basan todo: el talento.

Se define el proletariado ya desde la Roma imperial como la clase social carente de otra riqueza que no sea su propia prole. ¿Cómo podríamos llamar a esa clase de humoristas minimalistas que carecen de otra riqueza que no sea su talento desnudo y han de ganarse el pan únicamente con él? Yo propongo (música de lira, por favor) “talentariado”.

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