23/9/17

CONTRA LA EQUIDISTANCIA


Yo, por no ser equidistante, no soy equidistante ni entre la T2 y la T3 de “Fargo”, ni entre “Al rojo vivo” y “Más vale tarde”, ni entre “Espejo público” y “El programa de Ana Rosa”. Un cierto horror por las medias tintas hace que pueda tomar partido entre Belén Esteban y María José Campanario, entre “Velvet” y “Velvet Colección”, entre Andy y Lucas. Entre “Amar es para siempre” y “Amar en tiempos revueltos”. Entre Francisco Marhuenda y Eduardo Inda. Entre los Lannister y los Targaryen. Como sé que ni todos los males ni todos los bienes tienen la misma intensidad, puedo elegir entre “Hora punta” y “El hormiguero” sin que me gusten ninguno de los dos, y entre “Homeland” y “The Americans” sin que me disgusten ninguno de los dos. No voy a poner más ejemplos. Todos ustedes saben de lo que estoy hablando en verdad. Es pura actualidad, no lo voy a ocultar y me atrevo a mojarme: yo no soy equidistante entre el regreso simultáneo a la noche de los martes de “Gran Hermano” y “Masterchef”.

Y apoyo a “Masterchef” -ahora “Masterchef Celebrity”- frente a “Gran Hermano” -ahora “Gran Hermano Revolution”-, no porque me guste, sino porque me disgusta menos que “Gran Hermano”. Firmaría un manifiesto de crítica a “Gran Hermano” frente a “Masterchef”, no porque me disguste, sino porque me gusta menos que “Masterchef”. Algo en el fondo muy profundo de mi corazón me hace desear un mundo en el que no existieran ninguno de los dos, y me siento completamente incapaz de lamentar cualquier bajada de espectadores -como el batacazo de audiencia que se metió el regreso de GH este martes, ¡bien! chúpate esa, Jorge Javier- que puedan sufrir ambos espacios. Cuanto peor les vaya a los dos, mejor para todos. Pero, aunque no hay uno bueno y otro malo, sí hay uno peor y otro mejor. Hay gente que es incapaz de entender una frase tan sencilla como la anterior. Y ya no digamos ésta: yo no soy equidistante ni entre los que están en los extremos y los equidistantes.

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