4/8/18

ENANA BLANCA MOVIE

El ciclo vital de una película de Hollywood comienza con una reunión entre los productores y el director en un restaurante de Santa Monica y termina en la programación nocturna de un día entre semana de agosto en Cuatro. Todos los seres vivos -los países, los ríos, los discos de Bob Dylan, las estrellas- tienen ciclos. Una película se fecunda ante una ensalada macrobiótica californiana, se gesta durante el rodaje y la postproducción, vive su juventud más pletórica con su estreno en salas comerciales de todo el mundo. Su madurez le viene con su inclusión en las plataformas de televisión de pago -Netflix, Movistar+-, y ahí comienza su lento declinar: televisión generalista como gran estreno, televisión generalista como prime time de fin de semana en invierno; y el final: un jueves de agosto por la noche en Cuatro tras una reemisión de una reemisión de una requeteemisión de “First dates”.

El verano convierte la salita de casa en un drive-in theatre, una de estas gigantes explanadas de Texas hasta las que conducen los adolescentes emparejados para ver películas de terror desde sus Buick. Los canales televisivos se han ido de vacaciones, meten la mano hasta el fondo de su catálogo cinematográfico, revuelven un poco y sacan títulos al azar de películas al borde de la extinción. Zapear un jueves de agosto por las cadenas generalistas es hacer un recorrido por un desguace del show business. Una cadena, un prime time, una película. Bajo la ola de calor, con las ventanas de par en par y si se puede en la terraza, los españoles conducimos nuestros sofás hasta aparcarlos delante del televisor y contemplamos la agonía de cintas mientras prestamos más atención a cómo estamos pasando el brazo por los hombros de nuestras parejas.

En el cielo, en ese momento, alguna estrella en su fase final deja de brillar. En la pantalla, justo ahora, aquella película de Bruce Willis que nació con aquella explosión cegadora a comienzos del siglo XXI, desaparece para siempre tras haber sido una fugaz enana blanca.

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