8/12/18

OH, CAPITÁN, MI CAPITÁN


Hay que acabar con los inmigrantes. Con los que vienen a Europa en general y con los que vienen a España en particular. Con todos. Las cosas iban a mejorar mucho si lo hiciéramos, así que seamos valientes y acabemos con ellos.

Yo antes era uno de esos ingenuos que defendía que había que acoger a los inmigrantes. Ya no. Viendo cómo está la situación en España y las propuestas de Vox, no pude menos que reflexionar y reconsiderar muy seriamente mi posición. Invito a todos a que lo hagamos. Hay que hacer algo y hay que hacerlo ya. Como lo que hizo el otro día el capitán del pesquero Nuestra Señora del Loreto.

En la tele decían que el pesquero llevaba a bordo once inmigrantes recogidos en el mar, y que tras varios días a la deriva hacinados, enfrentándose a un temporal con escasez de alimentos, poco combustible y sin un puerto asignado al que poder dirigirse para amarrar, estaba dispuesto a dejar atrás Malta, Libia e Italia para venir a España ¡trayéndose consigo a los inmigrantes! Otro problema, esta vez en forma de conflicto internacional, causado por la llegada de inmigrantes a Europa. Pero luego, cuando los telediarios seguían con la noticia y nos leían el mensaje del capitán, cambiaba la cosa: “No puedo seguir navegando hacia el norte, hacia el sur, hacia el este o el oeste, huyendo del mal tiempo sin tener una respuesta. No puedo sin tener un amparo para estas personas”. Qué tío más listo. En su mensaje ya no hay inmigrantes, sino personas. Él solito acabó con el miedo que tantos tienen a los inmigrantes y con el problema que les supone a otros muchos. Las personas son, no sé, más así como nosotros.

Dicen también los telediarios que, igual que en España acabamos con el “Día del subnormal”, ahora queremos que la Constitución deje de hablar de disminuidos y hable de personas con discapacidad. Bien hecho. Es más hermoso un mundo repleto de personas que, además de serlo, poseen características diversas como haber nacido en España, tener una discapacidad, viajar por turismo, viajar por necesidad, practicar el judaísmo o ser capitanes de un barco pesquero.

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