23/1/19

¿TENGO CARA DE QUE ME IMPORTE?


Puede que los que critican la serie “Hospital Valle Norte” (La 1) por los múltiples errores médicos que salpicaron el primer episodio sean profesionales de la medicina, con lo cual sería posible que a un médico indignadísimo con el tratamiento de la reanimación cardiopulmonar no le moleste ver cómo Cómodo asesina a su padre Marco Aurelio en “Gladiator” o no sufra lo más mínimo con las barbaridades científicas de la película “Armageddon”. O puede que los que se escandalizan al ver a una enfermera trabajando en quirófano, en planta y en urgencias en “Hospital Valle Norte” no tengan nada que ver con la medicina, pero su exquisita sensibilidad sanitaria no les permite disfrutar de una serie que no tiene el rigor de “House” (ejem) o de “Anatomía de Grey” (ejem, ejem). Y puede que los que critican “Hospital Valle Norte” por el uso y abuso que la serie hace de los códigos y clichés del subgénero sean espectadores exigentísimos que no soportan un tópico pero luego babean con un capítulo homérico de “Juego de tronos” o un diálogo tarantinófilo entre Pascual y Teo en “Matadero”. O puede que los que abominan de la falta de originalidad de los guiones de “Hospital Valle Norte” no hayan entendido que, como decía Eugenio D´Ors, solo hay originalidad verdadera cuando se está dentro de una tradición, y que todo lo que no es tradición es plagio.

Las maravillosas aventuras de “El capitán Trueno” no soportarían el ojo crítico de un medievalista, y supongo que los que disfrutan con James Bond no se molestan cundo el agente 007 corre, salta, pelea, cae, se estrella y vuela sin despeinarse y, lo que es más importante, sin que se le arrugue el traje. La culpa del mal sabor que deja “Hospital Valle Norte” no es de los electrodos mal colocados en una reanimación cardiopulmonar o de la tensión sexual entre algunos personajes de la serie, sino de un guion que comete el mayor de los pecados: aburrir al espectador. El capitán Trueno viaja en globo por China después de pelear en la Tercera Cruzada al lado de Ricardo Corazón de León y James Bond gana una partida de póker en el último momento a Le Chiffre. Históricamente imposible y topicazo sin ninguna originalidad, pero divertidísimo. En cambio, con “Hospital Valle Norte” podríamos decir lo mismo que un enfadado Bond cuando un camarero le pregunta en “Casino Royale” si quiere el Martini con vodka agitado o mezclado: “¿Tengo cara de que me importe?”.

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