8/1/20

EL UNIVERSO, JERUSALÉN Y CATALUÑA


David Ben-Gurión, que fue primer ministro israelí, estaba convencido de que el conflicto entre árabes y judíos no tiene solución porque los árabes y los judíos quieren la misma tierra para sus pueblos. Y ahí seguimos. Sin embargo, sí hay una solución viable que podría poner fin al conflicto y que el filósofo esloveno Slavoj Zizek resume así: retirada de los israelíes de Cisjordania y Gaza, establecimiento de un Estado palestino y alcanzar un compromiso respecto a Jerusalén que podría ser su transformación en un enclave extraestatal controlado por una fuerza neutral internacional. ¿Es una solución razonable? Parece que sí. O  no. Porque los hechos demuestran que lo razonable o lo justo no existe. Solo existe lo razonable o justo para los árabes y lo razonable o justo para los judíos. Y, si eso es así, entonces Ben-Gurión estaba en lo cierto. No hay solución al conflicto entre árabes y judíos.

¿Tiene solución el conflicto político catalán? Parece que no, si tenemos en cuenta que ni siquiera hay acuerdo en aceptar que el conflicto en Cataluña es político. El debate de investidura de Pedro Sánchez se convirtió en un no-debate entre árabes y judíos. Seguro que muchos ciudadanos se acostaron ayer asombrados de que los argumentos de Sánchez y sus aliados no sirvieran de base para un acuerdo universal de mínimos, y estoy convencido de que muchos ciudadanos se fueron a la cama estupefactos ante la incapacidad de la izquierda para entender los argumentos de los que no se quitan el nombre de España de la boca. Dicho de otro modo, si uno ve LaSexta le parecerá que las soluciones propuestas por los árabes son razonables, pero si uno ve Trece creerá que las soluciones que aportan los judíos son justas. Y ahí seguimos. Cuando las cuestiones políticas y las cadenas televisivas se convierten en antinomias de la razón pura, como diría Kant, es que tenemos conflicto para rato o, como apostillaría Ben-Gurión, para siempre. Según Kant, la razón humana cae en la autocontradicción cuando intenta ir más allá de los sentidos al responder a preguntas como si el universo tiene un comienzo en el tiempo o es infinito, porque es posible dar argumentos válidos en un sentido y en otro. Hay argumentos de Trece a favor de la finitud del universo y argumentos de LaSexta a favor de la infinitud. Argumentos que demuestran que el Apocalipsis está cerca y argumentos que dejan claro que estamos ante un nuevo Génesis. ¿Tiene solución esta antinomia? La solución es seguir argumentando. El problema es terminar a tiros, como árabes y judíos, o en un duelo a garrotazos como el que pintó Goya.

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