Curar es un concepto extraordinariamente ambicioso. Como en televisión, en donde también es imposible curar casi nada. Al término de "El diario de Patricia" todos sentimos un profundo alivio y algunos nos dejamos llevar por la ilusión de que nos habíamos curado de la maloliente Patricia Gaztañaga. Pero no, Gaztañaga demostró ser un trastorno crónico y recidivó a comienzos de otoño con un brote particularmente virulento llamado "No es programa para viejos". El fracasazo de audiencia de Patri acabó con el proceso, pero ya nadie duda de que reaparecerá en cuanto la fábrica de las ideas de Antena 3 encuentre otro vertedero del que nutrirse. Gaztañaga es el reumatismo, "Física o química" es la hipertensión, "Mujeres y hombres y viceversa" es el colesterol. No podemos curarlos, pero podemos compensarlos.Y esa es labor para la televisión pública: compensar las enfermedades de las cadenas privadas. Yo no soy médico, pero entiendo que algún magnífico programa de altísima audiencia podría hacerse en el que se contrarrestre esa identificación de la juventud con la falta de corteza cerebral en la que parecen obstinados Antena 3 y Telecinco. Compensemos con la televisión de todos la televisión miserable de unos pocos y aceptemos que sólo podremos curar de raíz, -con denuncias por atentado contra la salud pública, por supuesto-, el programa de Txumari Alfaro en La Sexta en cuanto se atreva a cruzar esa línea roja a la que tanto le gusta acercarse.

















