23/5/17

CÓMO FUE, NO SÉ DECIRTE CÓMO FUE


No sabría contar cómo pasó, pero pasó. De ser una lección de televisión y una clase de historia, “Cuéntame cómo pasó” pasó a ser de esa clase de historias que en televisión llamamos culebrón.

Hace lustros, en sus inicios, “Cuéntame cómo pasó” era el retrato de lo que nos sucedió hace décadas. Servía de espejo en el que se miraba una generación de españoles que vivió el final del franquismo y la Transición. Además, instruía deleitando: daba clases de historia a las nuevas generaciones que no habían estado allí. Esto era posible porque, por caprichos del destino y maestría de los guionistas, los Alcántara tenían la rara habilidad de estar en primera fila de los grandes acontecimientos de lo que hoy es nuestro pasado y entonces solo era el “Telediario”. Este híbrido entre “Aquellos maravillosos años” y “Forrest Gump” atrapaba en cada capítulo el espíritu de una época formando un gran tapiz que entretejía el día a día de la familia Alcántara con la historia de España. Televisión pública cien por cien. Cien por cien servicio público. Historia e intrahistoria en horario de máxima audiencia.

Pero ya no. Ahora “Cuéntame cómo pasó” es un culebrón con amoríos, enfados, embarazos, reconciliaciones, herencias, amantes, hijastros, secuestros y muertes. La desconcertante muerte de Miguel del último capítulo no es más que la confirmación de una deriva que comenzó hace varias temporadas. Ricardo Gómez (Carlitos) dijo que sin Juan Echanove la serie sería un poco peor, pero se equivoca. Sin Echanove notaremos más aún que estamos ante un culebrón del que se despidió por la puerta de atrás interpretando a un nuevo rico que había convertido a Miguel en un histriónico personaje de culebrón de segunda.

Esto es hoy “Cuéntame cómo pasó”: un culebrón. Cómo pasó, no lo sé. Benny Moré lo diría de otra manera y lo diría cantando: Cómo fue, no sé decirte cómo fue, no sé explicarme qué pasó. Pero él era el gran Benny Moré, el Bárbaro del Ritmo, y no veía “Cuéntame cómo pasó”.

1 comentario:

  1. Toda la razón. Dejé de verla cuando Antonio se hizo político y para colmo, en la UCD

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