2/12/17

SERRAT INOXIDABLE


Última hora: el oro se oxida. No se oxida en el agua ni en el aire, pero sí en presencia de una venda en los ojos, en contacto con el pensamiento inflexible o si se sumerge en la falta de un mínimo sentido crítico (ese que, a diferencia de la generosidad mal entendida, sí que empieza por uno mismo). Lo desvelaron el miércoles los miembros del equipo de “El intermedio” al cerrar con un broche de oro su campaña de vídeos sobre el “Amigos para siempre” del que ellos primero habían hecho una loca y lúcida adaptación a la situación política catalana. Bueno, tal vez sea contradictorio decir “lúcida y loca”, así que diremos “loca y lúcida”. Sí, mejor.

El broche de oro era la presencia del gran Joan Manuel Serrat y su interpretación en directo, mano a mano con Wyoming, de la rumba. El oro siempre fue muy valorado por resistir el ataque del agua y el aire sin decir este óxido es mío, así que un brillante y dorado broche de oro es el mejor cierre de cualquier cosa. Sin embargo, esta vez no. La actuación de Serrat y Wyoming al final del programa fue divertida, pero lo que vimos antes dejó el broche corroído y oxidado.

Durante la media hora anterior, hicieron un recorrido por la trayectoria de Serrat centrándose en su indiscutible compromiso político y social con la democracia, la libertad y la justicia. Qué pena. El repaso a los charcos que pisó, las polémicas en las que se vio envuelto y lo que tuvo que aguantar por atreverse a dar la cara en tiempos revueltos podía haber sido un reconocimiento amable y cómplice para echar unas risas sin más, pero se convirtió en una clase de historia. En una clase, y este es el problema, necesaria. ¿Cómo puede ser que se nos haya olvidado tan pronto de dónde venimos? ¿Cómo puede ser que alguno no lo haya olvidado porque nunca lo supo? ¿Cómo puede ser que se olvide, se ignore y encima se desprecie? Algo hemos hecho mal cuando no basta con que Serrat nos alegre la cena cantando “Amigos para siempre” y seguimos necesitando que nos recuerde qué era, de verdad, el fascismo. Menos mal que Serrat sí es inoxidable.

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