31/1/19

CONTRA BOB POP


¿Los oncólogos, los policías y la Brigada de Salvamento Minero hacen croquetas? Tal vez, pero no las croquetas de las que habla Bob Pop, subdirector y colaborador del “Late Motiv” de Andreu Buenafuente.

Los oncólogos estudian y combaten el cáncer, ¿son malos porque tienen salud y viven de la enfermedad de otros? Los polis persiguen la delincuencia y el crimen, ¿son unos parásitos que medran dentro de la ley gracias a los que están fuera? Los brigadistas están vivos y excavan para recoger a un niño que encuentran muerto, ¿son unos sinvergüenzas que ganan dinerito con la desgracia ajena? No, claro. Sus trabajos no los convierten en oportunistas aprovechados.

Las reflexiones de Bob Pop en “Late Motiv” son entretenidas y divertidas. Mejor aún: son tan interesantes que vale la pena discrepar de ellas. El lunes, abordando el trato sensacionalista y mezquino que Telecinco y Antena 3 hicieron del rescate de Julen en Totalán, repartió leña a ambas cadenas. Primero hizo un recorrido por las estrategias viles y rastreras que utilizaron para que su espectáculo alrededor de esta tragedia lograra audiencias millonarias. Luego dio un paso más, puso el foco en sí mismo, y la crítica se convirtió en autocrítica: “¿No estoy aprovechándome, de un modo indirecto, de esa carnaza que 'Arg' —Ana Rosa Quintana— y 'Grissom' —Susanna Griso— se han comido? ¿No me estoy haciendo unas croquetas con sus sobras? […] Estamos apuntándonos un detalle de nuestra autoridad moral a costa de la bajeza de otros. Pero estamos utilizando la misma materia prima que esa gente que lo hace fatal. Y a mí eso me genera conflicto”.

La autocrítica es siempre saludable, pero Bob llega a conclusiones equivocadas. El problema no está en hablar de Julen, está en cómo se hace, que es precisamente lo que se discute. Así que no tiene por qué haber ningún conflicto en quien no está dispuesto a todo por ganar audiencia. Eso no es superioridad moral, es solo un intento de ser honrado. Denunciar la transformación de una desgracia en carnaza no es hacer croquetas con las sobras, sino una necesaria reflexión sobre cómo deben tratarse los sucesos, sobre el ejercicio del periodismo, sobre los límites del espectáculo.

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