Una cosa es querer construir una nueva sociedad y otra cosa es construirla. Propuestas de grandes proyectos de ingeniería social hubo muchos a lo largo de la historia. Por ejemplo, los estudiantes de 2º de bachillerato que estos días preparen
“Sentó las bases del sedentarismo frente al televisor, las disputas familiares o de la reprogramación de la publicidad o las parrillas en competencia”, dicen las necrológicas de Polley. Se quedan cortas. Contribuyó en aumentar el índice de masa corporal en medio mundo, nos enseñó a ver mensajes de forma fragmentada, nos hizo rebajar el tiempo de atención, nos acostumbró a preferir la información breve y poco elaborada, nos hizo más impacientes y con menor tolerancia a la frustración, nos permitió desarrollar una posición de absoluta relajación y casi adormecimiento ante el televisor mientras mantenemos una falsa percepción de dominio sobre él. Si los humanos no pensamos igual antes que después de que existiese la lectura, tampoco pensamos igual ahora que antes de que existiese el mando a distancia. Zap. El ratón del ordenador es su última manifestación. Clic. Polley fue un ingeniero social, pero él creía ser solo un ingeniero.
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