24/2/19

MARTA FLICH: TODO MAL



Mal que, en el último “Todo es mentira” (sobremesas de Cuatro), Marta Flich intentara torear con normalidad al Minotauro de Creta. Desde que le saludó, debería haber visto que Juan Carlos Monedero ya salió de chiqueros resabiado y embistiendo.
—Buenas tardes, ¿qué tal?
—Sorprendido de tanto movimiento post…comida.
El colaborador Miguel Lago se olió algo y echó un capote.
—Lo de “movimiento postcomida”, ¿qué es, que has ido al baño bien?
—Es precisamente esto, ayss. Pero, bueno, luego comentamos.

Mal que mantuviera la compostura y le preguntara con educación por el escrache a Errejón en el barrio de Hortaleza el que critican la conducta de Podemos en las instituciones.
—¿Qué te parece este escrache?
—Pues que no tenéis ni idea de lo que es un escrache. Debíais documentaros un poquito antes de empezar el programa bla bla bla. Por ejemplo, en Argentina bla bla bla. Un escrache lo que busca es que la persona interpelada pueda explicar bla bla bla. Esto es un acorralamiento bla bla bla. Le llamas escrache por rebajarle el contenido bla bla bla.

Mal que, en vez de clavarle la puya del DRAE en sus morros hasta hacerle sangrar (Escrache: 1. m. Manifestación popular de protesta contra una persona, generalmente del ámbito de la política o de la Administración, que se realiza frente a su domicilio o en algún lugar público al que deba concurrir”), continuara portándose con educación con quien no la tenía.
—Gracias.
—De nada, yo es que a esta hora doy clase y por eso tengo esta querencia bla bla bla.

Mal que le contestara con elegancia cuando, al preguntarle por la desunión en “Unidos Podemos”, el incontinente miura escupió fuego.
—Déjame decirte, Marta, bla bla bla, lo que estás haciendo está lleno de basura bla bla bla. Vine a hablar de unos temas y me preguntas por otros bla bla bla. Me estás mintiendo bla bla bla. La basura de la política a veces la representan los medios bla bla bla.
—Eso es una mala digestión o no encajar la crítica.

Y mal que, cuando se puso asquerosamente paternal (“Corazón, yo quiero hablar de todo bla bla bla”. “Marta, tú eres una mujer que defiende el feminismo, no deberías defender esta bazofia”), Flich le pusiera en su sitio (“Tú no tienes que decir lo que yo tengo que tolerar, para empezar”) en vez de mandarle a la mierda.

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