5/8/19

YO COMO UNA CABRA, TÚ COMES UNA CABRA, ÉL COME UNA CABRA


Salió en los informativos. Este año, los humanos ya terminamos con la capacidad del planeta para mantener nuestro nivel de vida en todo 2019. Comparando la demanda de recursos naturales con la capacidad de la Tierra para regenerarlos, hace una semana que empezamos a devorar nuestro segundo planeta. Los países ricos vamos ya por el tercero, cuarto o quinto, dependiendo de lo ricos y borricos que seamos. Es para echarse las manos a la cabeza, pero como cada año adelantamos varios días este Día de Sobrecapacidad de la Tierra, ya estamos acostumbrados y a otra cosa mariposa. Bueno, no del todo. La muerte de una cabra removió conciencias, agitó teclados y puso las redes patas arriba.

Gordon Ramsay, el más televisivo de los cocineros británicos, protagonista de infinidad de famosos espacios culinarios de medio mundo, está ahora en “Masterchef Australia”. Su colega Monique Fiso le pidió que matara una cabra montesa, así que Ramsay disparó, despiezó, aderezó, cocinó y se zampó la cabra en compañía de los participantes del programa. Quizá dijera “emplatar”, “maridar” y “dialogar en boca”, tal vez incluso cosas peores, pero eso dio igual. Lo que puso en pie de guerra a la peña fue matar a la cabra, algo considerado “inhumano”.

¿Inhumano? Incluso antes de ser humanos, nuestros tatarabuelos eran carroñeros oportunistas que comían carne allí donde la pillaban. De hecho, nos hicimos humanos comiendo, entre otras cosas, carne de cabra. En el paleolítico, ya matábamos y cocinábamos las cabras que nos zampábamos. En las pinturas rupestres salen preciosas. Hace 10.000 años aprendimos a domesticarlas y a aprovechar sus proteínas en forma de leche (y queso, ¿a qué suena la palabra “Cabrales”?). Como seguimos queriendo su carne —llevamos miles de años queriéndola—, seguimos matándolas.

Comer carne no es inhumano. Inhumano es creer que la opción de no comerla otorga una superioridad que permite llamar inhumano a quien, siguiendo el camino que nos trajo hasta aquí, continúa comiéndola. Otra cosa es comerse el planeta entero, pero eso ya a la peña le da igual.

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