4/8/17

LA SACARINA DE TELECINCO

“Pasapalabra” es la sacarina de Telecinco. Llegamos a Casa Carlos a comer con los amigotes. Empezamos con un par de cañas y Loína nos pone ya unas patatinas y unas aceitunas. En la mesa todos pedimos fabada y el que menos, repite dos veces. Alubias, chorizo, tocino, morcilla. No puedes irte sin probar la tarta de queso. ¿Cuántas botellas llevamos? Entonces son… cuatro chupitos de hierbas, dos güisquis y dos pacharanes… Y cuando llegan los cafés Edu levanta la mano y dice “el mío con sacarina, por favor”. ¿De qué vas? Lo mismo pasa con la producción propia de Telecinco: producen “Deluxe”, realities como “Gran Hermano” o “Supervivientes”, producen “El programa de AR”, “Mujeres y hombres y viceversa” y este horror que se llama “Me lo dices o me lo cantas”… Todos tienen más calorías por ciengramos que las que caben en una etiqueta de información nutricional. Y cuando llega el concurso de media tarde, ese momento de baja audiencia, nos ofrecen un concurso digno, no ofensivo, edulcorado de forma sana y no calórica, cuya prueba final ha pasado ya al imaginario colectivo español.

“Pasapalabra” cumple estos días diez años de emisión en Telecinco. Enhorabuena a los implicados. ¿Quién no se ha detenido un rato en un rosco si se lo encuentra durante un zapeo? Ha emitido 2.749 horas y ha preguntado por 123.950 palabras en dicha prueba -un momento, el último diccionario de la RAE no llega a las 94.000 entradas…-. Pero, por encima de estos datos, el concurso de Christian Gálvez lleva diez temporadas aliviando la mala conciencia de Telecinco tanto como la sacarina alivia la mala conciencia de Edu tras cada fabadona. En su fuero interno, Mediaset se aferra a la fantasía de que cuarenta y cinco minutos de televisión no vergonzosa compensarán los excesos de veintitrés horas y quince minutos de basura televisiva, y agita el sobrecito de “Pasapalabra” antes de verterlo al café diciéndose a sí mismo “hay que cuidarse, hay que cuidarse”. Pero no, Telecinco, “Sálvame” no lo compensa ni “Los Soprano”. Y la fabada de Casa Carlos es tan deliciosa que no necesita compensarse con sacarina, Edu.

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