10/1/19

"LA VOZ" AFÓNICA


Lo único que puedo soportar de “La Voz” es la voz. La voz de los concursantes. Sólo eso. Todo lo que no es la voz en “La voz” es horroroso. La cabecera, las muecas de Paulina Rubio, el plató, las expresiones de Paulina Rubio, las entrevistas con las familias, las poses de Paulina Rubio, la selección de las canciones, los gestos de Paulina Rubio, las sillas que se giran, la ropa de Paulina Rubio, todo lo que tenga que ver con Luis Fonsi, los canturreos de Paulina Rubio, el logotipo, los primeros planos de Paulina Rubio, todo lo que tenga que ver con Pablo López, la risa de Paulina Rubio, las sintonías, los planos medios de Paulina Rubio, la iluminación, los gritos emocionados de Paulina Rubio, todo lo que tenga que ver con Antonio Orozco, el divismo de Paulina Rubio, el maquillaje, el estilismo, el community manager, las lágrimas de los concursantes, las lágrimas de los familiares, las lágrimas de los coaches, las promociones en todos los programas de Antena 3 y La Sexta, y, no sé si lo he dicho ya antes, Paulina Rubio.

Todo esto no sería un problema si “La Voz” tratara básicamente sobre la voz. La voz de los concursantes. Y solamente de forma secundaria se dedicara a cualquiera de los otros treinta elementos que he relatado en el primer párrafo. Pero no es así. “La voz” podría llamarse “Las muecas de Paulina Rubio”, “Las entrevistas con las familias de los concursantes” o “Las promociones en todos los programas de Antena 3 y La Sexta”, y el título del programa describiría su contenido de forma más fiel que “La Voz”. Al igual que ocurre con el zumo de naranja en algunos “Zumos de naranja”, la voz es el ingrediente número treinta y uno del programa “La Voz”, y, al igual que ocurre con el cacao en el chocolate blanco, nos sorprenderíamos de lo bajo que es el tanto por ciento de voces que se incluyen en la composición de “La Voz”. Como me gusta la voz, no veré “La Voz”. Y como no me gusta Paulina Rubio, tampoco veré “La Voz”.

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