22/1/19

¡VIVA EL MAL!


Nos enteramos de la muerte de Lolo Rico, y nos volvemos hacia “La bola de cristal”. Mal hecho. Reducirla a este programa es simplificar demasiado, incluso si nos limitamos a su carrera televisiva.

En los primeros setenta, Rico fue guionista de “La casa del reloj”. Y ya con Franco como ocupa del Valle de los caídos, lo fue de “Un globo, dos globos, tres globos”, un programa que en su oferta incluía, equiparándolos, documentales, cuentos, juegos o arte. Busquen algo así hoy, verán qué risa. “La Tierra es el globo donde vivo yo”, cantaba: lo que unas décadas después fue la amenazadora globalización era entonces un hermoso verso de Gloria Fuertes que abría la ventana al mundo. Después, en los primeros ochenta, Rico fue creadora y directora —la primera mujer en dirigir en España un programa de televisión— de “La cometa blanca”. Ya solo por estos trabajos le debemos eterna gratitud.

Después llegó “La bola de cristal”, espacio del que también fue creadora y directora. “‘La Bola de Cristal’ abría camino, enseñaba libertad. Tuvo mucho que decir, y lo dijo. Y hubo quien tenía muchas ganas de escuchar, y escuchó”, pero aquel camino se transitó poco. Tras tres años, dimitió: “nos cortaron sin permiso un programa por un spot de colegio público contra colegio privado”. Prefirió matarlo a dejarlo morir: “Entendí que si admitía que me censuraran, también estaban censurando al equipo, y no estaba dispuesta a convertirme en censora de mi propia gente”. TVE, como todos, también tiene “La bola de cristal” en un altar, pero pierdan cuidado: ni pedirá perdón por censurar aquel spot ni rendirá homenaje a Rico emitiéndolo ahora. Ni se lo exigirá nadie: el camino que abrió “La bola de cristal” volvió a cerrarse, nadie recuerda ya lo mucho que aquel programa tenía que decir y dijo.

“Los niños y los jóvenes tienen que aprender a ver televisión, y a ver cosas distintas y variadas, y a conocer el mundo”. El resultado era que millón y medio de niños y jóvenes, y tres millones y medio de adultos veían “La bola de cristal”. Hoy nos aislamos unos de otros, y enchufamos a los niños a canales temáticos infantiles donde los tratan como el gran mercado que son. “¡Viva el mal, viva el capital!”, ya no les suena de nada.

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