8/4/17

DELITO DE INCITACIÓN AL ODIO


En el “Tu casa es mi casa” de esta semana dedicado a Josémaría Aznar se cometió, en mi opinión, un claro delito de incitación al odio. Al odio a Josémaría Aznar, me refiero. Sé que es muy improbable que aún quede en nuestro país algún español que no sienta antipatía por nuestro exdemocráticamente multielegido presidente. Pero si algún espectador se mostraba reticente a esta emoción colectiva -no sé… por haber estado en coma desde 1996, por abusar de drogas recreativas, por una inquebrantable fe en la capacidad de redención del espíritu humano- es seguro que terminó el espacio sintiendo una insuperable aversión condicionada a todo lo que tenga que ver con los bigotes fantasmas y los abdominales de destrucción masiva, tal fue el obsceno despliegue de todos los rasgos que convierten a Josémaría en un personaje imposible de amar: esa ridícula prosodia de actor de tercera, ese narcisismo trumpiano, esa forma de sonreír indistinguible de un cólico, esa incapacidad metafísica para la espontaneidad, ese ser de derechas como un exudado, esa preverdad en cada frase, esa miserable afectación, ese…

Los estudiosos discuten sobre si el arte imita a la realidad o la realidad imita al arte. No se ponen de acuerdo salvo en una cosa: Josémaría Aznar imita obsesivamente a su caricatura. La persigue con tenacidad en un proceso de michaeljacksonización que sólo los grandes se pueden permitir -el propio Jacko, la reina Letizia, Mario Vaquerizo…-. Es lo que tiene vivir fuera del mundo: en el vacío ingrávido no existe presión atmosférica y el ego, libre de cualquier anclaje con la realidad, inicia una inflamación delirante buscando ocupar únicamente todo. Sírvase con un jersey de punto en tonos claros pastel y banda sonora con infumables versiones de clásicos del pop en versión chill out de marca blanca. A la mañana siguiente alguien le habrá comentado que su aparición en “Mi casa se parece a tu casa” supuso el mínimo histórico de audiencia en el programa de Bertín Osborne, y atusándose el cabello habrá recordado a Churchill y su afirmación de que las grandes naciones son ingratas. Cómo no vamos a quererle.

5 comentarios:

Martín Carballo Arca dijo...

Buenas noches:¿Está Vd. inseguro con lo qué no dice? Eso me preocupa más qué este señor sea un "desalmado" (Juan PabloII, dijo...)

Anónimo dijo...

Yo si que no lo estoy

Jose Gustavo Martin Ojeda dijo...

Y esto se supone que es una opinion...? Vaya bodrio de articulo sin ninguna minima objetividad

Barbadun dijo...

Jose Gustavo Martin Ojeda. Es realmente difícil que un artículo de opinión sea objetivo. Imposible, diría yo.

El guerrero sin antifaz dijo...

Me encanta el retrato y los adjetivos usados en el primer párrafo para describir al ínclito epresidente