3/1/20

JOHN FORD = 65 x JON FAVREAU

¿De verdad hacen falta mil seiscientos setenta y seis trabajadores para producir un capítulo de “The Mandalorian”? Lo pondré en número para que confirmen que no lo han leído mal: 1676. No cien. Ni doscientos. La sucesión de nombres en los créditos finales era tan prolija que me propuse contarlos. Habrá alguna gente, que no me conoce, que creerá que estoy vacilando. Otros, los que sí me conocen, saben que no miento. Alrededor del quinientos hubo momentos de vacilación en donde valoré mandarlo todo al cuerno y hacer la columna de hoy sobre José Mota. A eso de los ochocientos comencé a sufrir calambres, de tanto pulsar el play y el pause. Pero me mantuve firme tumbado en el sofá hasta que, cerca del mil, entré en un estado de meditación vipassana en donde el yo se disolvió en el cosmos y pude seguir contando los nombres con desapego experiencial. Casi lamenté llegar al final: mil seiscientos setenta y seis.

La crítica ha puesto por las nubes a “The Mandalorian”. La enésima reinvención del western, esta vez en un escenario galáctico. La solidez narrativa que le falta a la saga madre de “Star Wars”. John Ford en Alderaan. Pero, aunque el minucioso ejercicio de estilo que es la serie de Disney+ le obligue a guardar ciertos parecidos con Ford, hay un aspecto en donde ambos se diferencian significativamente: en los créditos de “La diligencia” se cuentan veintiséis nombres -también los acabo de contar, ha sido más fácil; ni calambres ni estados alterados de conciencia-, mientras que en los créditos del trabajo de Jon Favreau aparecen sesenta y cinco veces más. ¿De verdad es sesenta y cinco veces más complicado producir un capítulo de “The Mandalorian” que una película como “Centauros del desierto”, o será más bien que cada cineasta de la mitad del siglo XX valía por sesenta y cinco cineastas actuales?

Y, como última reflexión, ¿cómo carajo esperan que nos leamos mil seiscientos setenta y seis nombres en setenta segundos?

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