10/5/17

UN DISPARO DE NIEVE


La tercera temporada de “Fargo” da la razón al escritor alejandrino Juan Filopón. Suena raro, pero es que las cosas que pasan en “Fargo” también son muy raras. O no. El caso es que la Escuela de Alejandría del siglo VI en la que se formó Juan Filopón está muy lejos de la Minnesota de principios del siglo XXI que da forma al argumento de “Fargo”, y el propio Filopón no tiene nada que ver con la jefa de policía Gloria Burgle, y se diría que la exquisita razón que utiliza Filopón en sus obras teológicas no sirve para entender la irracionalidad que mueve a los personajes de “Fargo”. Y, sin embargo, Filopón da en el clavo de “Fargo” cuando niega que los seres angélicos movieran los cuerpos celestes en general y los pueblos de Minnesota en particular.

Según Filopón, Dios confirió al comienzo de los tiempos un “ímpetus” a los cuerpos celestes que no se agota con el paso del tiempo, de modo que no es necesario que un cuerpo esté en contacto físico con un motor porque es ese “ímpetus” el que mantiene al cuerpo en movimiento. Los hermanos Coen, al comienzo de los tiempos de “Fargo”, confirieron un “ímpetus” a sus personajes, tramas y universo de violencia y nieve de forma que no es necesario que los Coen estén en contacto físico con las temporadas de la serie “Fargo” porque es precisamente ese “ímpetus” el que la mantiene en movimiento temporada tras temporada. La teoría de Filopón permite el movimiento en el vacío porque si admitimos el “ímpetus” no necesitamos un continuo material que transmita el movimiento por contacto físico, y la teoría del “ímpetus” explica por qué la tercera temporada de “Fargo” se mueve sin problemas en el vacío que dejó la ausencia del carnicero Ed y su esposa  Peggy, que se movieron a su vez en el enorme vacío que dejó el impasible asesino Lorne Malvo. Así, Noah Hawley, creador de la serie “Fargo”, no es un ser angélico que mueve a la fascinante expresidiaria Nikki Swango, que a su vez mueve al infeliz agente de libertad condicional Ray Stussy, sino que Nikki, Ray y todos los personajes se mueven por el “ímpetus” original de violencia irracional, hechos reales irreales, humor negrísimo y desquiciadas huidas hacia adelante hasta la ruina final.

Es el “ímpetus” de “Fargo” el que aprieta el gatillo para que un disparo de nieve borre de pronto la sonrisa perfecta de la América profunda, que es la nuestra.

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