17/9/17

RAÚL CIMAS CASSINI


Cada vez que veo a Raúl Cimas temo que se desintegre. Como la sonda Cassini. No es el único cómico con el que me asalta este pensamiento. También me pasa con Javier Cansado o Pepín Tre. No me pregunten por qué. Será porque son gente que va a velocidades siderales moviéndose por partes del cosmos demasiado lejanas. La sonda Cassini se ha pasado veinte años dando vueltas por nuestro sistema solar mientras sacaba fotos de planetas y satélites. Que si Júpiter, que si Titán. Y el otro día se desintegró al chocar contra la atmósfera de Saturno. Saturno no tiene superficie sólida, es únicamente una gran bola de aire tóxico. Chocar contra el aire no suele producir desintegraciones salvo que el objeto que choca se esté moviendo a ciento veinte mil kilómetros por hora. En ese caso, un solo átomo de cualquier cosa que se cruce en la trayectoria puede convertir a la nave espacial en un puré de cenizas. Raúl Cimas se mueve más rápido que la sonda Cassini. Y por zonas del espacio más recónditas. Tiene mayor peligro de desintegración.

Los trabajos de Raúl Cimas incorporan también un mensaje de amor y armonía para las civilizaciones extraterrestres que puedan recibirlos. Lo hemos visto esta semana, con el regreso de la sección “Original criminals” en el “Loco mundo” de Broncano y la incorporación de “Series de saldo” al “Late Motiv” de Buenafuente. Lenguajes borrosos, narrativas difusas, códigos del espectro autista. Este carácter sideral hace que su obra no pueda ser juzgada mediante las categorías habituales con las que valoramos a Berto Romero o a Leo Harlem. Raúl Cimas y sus vecinos nos envían fotografías del espacio interestelar surrealista cada vez más aceleradas y divertidísimas, y el día que la NASA lo considere amortizado desviará su trayectoria para hacerlo chocar contra una bola de humor convencional gaseoso y desintegrarlo en el hostiazo. Un solo roce contra el aire de la comedia estándar y se convertirá en polvo. Cada vez que lo veo temo que ocurra.

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