13/9/17

UN MUNDO FELIZ


Como “Lo que el viento se llevó” es una película racista, el presidente del histórico cine Orpheum Theatre de Memphis (Tennessee), un tal Brett Batterson, ha decidido excluir (o sea, prohibir, censurar) a Rhett Buttler, Escarlata O´Hara y Mammy para dar la bienvenida a, yo qué sé, Bambi, la rana Gustavo o los documentales sobre la transferencia del polen de los estambres al estigma en la polinización. Supongo que Batterson prohibirá también “Los Diez Mandamientos” por antiegipcia, las películas de James Bond por machistas, “Casablanca” por utilizar a un negro como acompañamiento musical del amor entre Rick e Ilsa y “El padrino” por extender tópicos sobre la comunidad italiana en los Estados Unidos. Ánimo. En el II Concilio de Letrán (siglo XII) se prohibió el uso de la ballesta, un arma terriblemente efectiva, en las guerras entre cristianos bajo pena de excomunión, pero esa prohibición tuvo el mismo efecto que si el papa ordenara arar el mar. Es tan imposible prohibir por decreto la ballesta como acabar con el racismo prohibiendo “Lo que el viento se llevó”. En realidad, el tal Batterson parece que ha digerido mal la lectura de Platón… en el caso de que Platón, ese supremacista blanco, sea una lectura apropiada para un hombre (o mujer) del siglo XXI.

En la “República”, Platón dice que los poetas nos confunden cuando retratan a los dioses como inmorales e indignos, así que no debemos dejar que Homero o Esquilo nos cuenten las infidelidades de los dioses, ni que Aquiles (hijo de una diosa) ejecutó a los troyanos cautivos junto a la pira funeraria de Patroclo, ni siquiera está bien que nos hablen de la risa de los dioses. El arte puede provocar daños psicológicos en los espectadores, así que los poetas deben contribuir con sus obras a que admiremos a la gente buena, a que entendamos que no hay crimen sin castigo y a que veamos a Escarlata O´Hara como una asquerosa racista y a Mammy como una afroamericana sometida al supremacismo blanco. Supongo que habrá que depurar la historia del cine de todo tipo de racismo, machismo, chovinismo, clasismo e incluso, como sugería Carl Sagan, especiismo (los robots también tienen su corazoncito) para que nadie se sienta ofendido y todos podamos vivir en paz y armonía. De paso, la ONU debería prohibir las armas y la Organización Mundial de la Salud condenar los establecimientos de comida rápida. Un mundo feliz.

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