12/4/18

EL DEDO EN EL OJO


Una aguja atravesando un dedo. Una cuchilla cortando un ojo. De lo molesto a lo alarmante. De lo doloroso a lo espantoso. Del desagrado de ver en “Maestros de la costura” a Alicia perforarse un dedo con una máquina de coser, al espanto de no ver el ojo cortado con una cuchilla porque ese ojo cortado es el nuestro.

Un dedo atravesado por una aguja sigue siendo un dedo. Los jueces alabaron la actitud de Alicia, que se sobrepuso al accidente y siguió cosiendo. Pero un ojo desgarrado muere al abrirse. Es tanto lo que muestra un ojo rasgado que deja de ver. No hay espejo capaz de devolver su mirada dividida y gelatinosa. Un ojo cortado deja de ser un ojo. Acaban de cumplirse 15 años desde que el cañonazo de un tanque estadounidense hirió gravemente al periodista José Couso. Manejaba una cámara en Bagdad durante la Segunda Guerra de Irak, empeñado en que viéramos en la tele lo que otros preferían no mostrarnos. Couso no se sobrepuso de aquel ataque, dicen que de fuego amigo (¿lo fue?). Con su muerte dejamos de ver y quedamos a oscuras. Ni la realidad cabe en un reality ni el talento en un talent show. El horizonte continúa más allá de los límites de la pantalla. No hubo jueces alabando la actitud de Couso. Alicia pasó a la final de “Maestros de la costura”. Couso fue eliminado sin contemplaciones. 15 años después, sigue sin haber jueces que alaben su actitud.

Hace unos días, los informativos recordaron el asesinato de Couso y la lucha de su familia para que no se olvide, se investigue lo ocurrido y se diriman responsabilidades. También mostraron a periodistas valientes como Helena Resano y Carme Chaparro participando en una concentración frente a la embajada de Estados Unidos para pedir el fin de la impunidad en este crimen de guerra. Fueron momentos incómodos en los que la tele revivió el cobarde cañonazo. Pero el mal momento pasó. Parpadeamos un par de veces como si aquello solo hubiera sido una arenilla en el ojo. Luego pudimos volver a centrarnos en cosas importantes, como el dedo de Alicia. ¿Tú no lo viste?, ¡qué grima!

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