
Como en el fondo soy un hombre de buen corazón, acepté darte otra oportunidad, Fox. Venga, Negan es tan malo que vale por dos. Se le puede exprimir otra temporada más. La T7 por él y la T8 por su bate. Pero la octava temporada ya se acerca al final, y me empiezo a oler la misma jugada: dieciséis horas de uy-casi-muere-pero-no sin que en verdad pase nada relevante en todo el año. Vale, murió el hijo de Rick, pero es que con ese parche sucio puesto todo el día sobre el ojo hubiera acabado palmando igual de una infección aunque no le mordieran los zombis. Y eso sí que no. Imagino la sonrisa traidora de los guionistas mientras piensan que con un poco de jeta pueden estirar una temporada más al líder de los Salvadores. No way, Fox. Que ni se te pase por la cabeza alargar más la saga de Negan. Hasta los
críticos televisivos tenemos una paciencia limitada. O Rick mata a Negan con su propio bate la semana que viene -la siguiente como mucho-, o dimito para siempre de tu apocalipsis zombie. Elige: o Negan o yo.
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