15/3/08

LO QUE QUIERES Y LO QUE NECESITAS

Lo dijeron el gran Mick Jagger, el más grande aún Javier Blanco y el grandérrimo Keith Richards: "No puedes conseguir siempre lo que quieres, pero si lo intentas a veces acabas consiguiendo lo que necesitas". Es lo que tiene la programación televisiva de los viernes.

No puedes conseguir siempre lo que quieres. Buscas un reality protagonizado por seres humanos y no por sus parodias, y te encuentras "Fama", ese "Fama" largo, demasiado largo cada larga sobremesa, demasiado largo durante demasiados meses largos. Esperas que algunos de los talk shows de media tarde contengan no ya una charla completa, pero al menos una pregunta, una, una respuesta, una sola, una frase, una palabra, que tenga algo que ver con tu vida o la de los que te rodean, pero lo que consigues es ver en "A3bandas" a Ximo Cantizano despidiendo para siempre lo de siempre, o a Lucía Pineda y Emilio Riaño contarnos las cosas que nunca pasan en "Está pasando". Cenas, te sientas delante de "Tú sí que vales" y tu rostro permanece horas y horas impasible ante tanta mueca, apático, coloreado rítmicamente en medio de la oscuridad por los fogonazos del televisor, derrotado por la contradicción de no poder entender cómo pueden existir programas así y tener la certidumbre de que no podría existir ningún otro.

Pero si lo intentas a veces acabas consiguiendo lo que necesitas. A medianoche, a punto de tirar la toalla, Cuatro emite "Adolescentes. Soy lo que como" un programa brutalmente necesario, televisión pública en estado puro emitida por una cadena privada mientras la televisión pública está emitiendo una película de Steven Segal. La mala alimentación de los jóvenes es uno de los grandes problemas sanitarios actuales, y la forma en como se resuelven las historias de Yolanda y de Inma pueden hacer tanto bien como mal hace el "Dónde estás, corazón" simultáneo de Antena 3. Ya sé que "Adolescentes. Soy lo que como" sólo es un programa de televisión que no va a cambiar radicalmente los hábitos alimenticios de los jóvenes, pero me gusta.

8 comentarios:

Holly Golightly dijo...

El programa de "Soy lo que como" está bien, pero no creo que contribuya a mucho ni sea de gran ayuda...

If you try sometimes you might find you get what you need.

Anónimo dijo...

Antonio Rico dijo: "Ya sé que "Adolescentes. Soy lo que como" sólo es un programa de televisión que no va a cambiar radicalmente los hábitos alimenticios de los jóvenes, pero me gusta."

Pues, ¿sabes lo que me gusta a mí, Antonio Rico? Las grasas saturadas y el culito de Ximo. ¿Y sabes lo que no me gusta? El culito de Raquel Sánchez Silva y lOs adolescentes de mamas desarrolladas.

P.D.: Tengo una duda. Si eres lo que comes, me pregunto qué será Lucía Lapiedra... ¿Habrá mutado en Falete?

Antonio Rico dijo...

Carajo, "yo sí que valgo", has dado absolutamente en el clavo: colecciono postales como la que hoy se esconde detrás de tu nombre. Tengo un montón, pero no conocía la que pones hoy. ¿En qué dirección de internet se encuentran? Anda, dímelo, por favor.

Mucho mejor estas postales que el tío aquel de la zanahoria.

Anónimo dijo...

Bueno, anda, Antonio, ya que me lo pides por favor te lo digo (haz "click" sobre mi nombre).

Alabo tu refinado sentido del humor; no obstante, si no has llegado a apreciar al hombre de la zanahoria (que, por cierto, tiene nombre: se llama Sportacus... y viste mallas... sobra contar el resto), creo que todavía no eres digno de adoración por mi parte.

Y ahora quéjate de que no te hago regalos.

Antonio Rico dijo...

Para "Hay una carta para ti":

Las postales de la página a la que me remites son buenísimas. De hecho, tengo bastantes de ellas compradas por ahí, pero no sabía que las vendían por internet.

Estoy convencido de que uno de los grandes problemas del mundo actual es que demasiadas cosas tienen nombre. El tipo de la zanahoria tiene nombre y se llama "Sportacus". Interesante.

Por supuesto que me quejo de que no me haces regalos. Total, por quejarse...

Anónimo dijo...

Es paradójico que a un crítico de televisión le disguste clasificar el mundo. De cualquier forma, estoy de acuerdo contigo en que no es necesario abusar de los nombres. Los nombres (o, en último término, los adjetivos) nos conducen a estereotipos difíciles (o chungos) de erradicar.

Por otro lado, sé perfectamente que el señor de las 625 ranas, coleccionista de postales de humor retro, tiene nombre, y se llama Antonio Rico. ¿Interesante? Sí, pero sólo desde el punto de vista de la economía lingüística.

Por último, te voy a hacer una recomendación: Tú quéjate, quéjate, que oveja que bala, bocao' que pierde.

Buenas noches y buena suerte.

Antonio Rico dijo...

¿De verdad era necesaria esta última foto? ¿No ha sido un acto de crueldad gratuita?

Anónimo dijo...

Todas, TODAS, y cada una de las fotos enlazadas son estrictamente necesarias.
En el fondo sé que te molan, tío. Si no, no tienes más que decírmelo... que yo seguiré haciendo lo que me dé la gana.