
A Demócrito no sabríamos ponerle cara. Como mucho la de una estatua de mármol blanco, si es del Pentélico, mejor. A Espartaco podemos ponerle dos caras. Desde que en 1960 Stanley Kubrick estrenó “Espartaco” le ponemos la de Kirk Douglas. Si en Semana Santa, alguna cadena repone esta peli fíjense en esta escena: su esposa Varinia (Jean Simmons) se le acerca cuando está moribundo en una cruz y le dice: “Este es tu hijo. Es libre, Espartaco, es libre. Él te recordará”. Y tal vez añada en inglés: “Please, die, my love, die”. Es una defensa de la eutanasia recuperada del original que en su día fue censurada por el nacional catolicismo para salvar nuestras almas. Douglas no hizo caso a Simmons y hoy es un viejito de 95 años.
Pero desde el año pasado habíamos empezado a ponerle al gladiador también la cara de Andy Whitfield gracias a “Spartacus: sangre y arena”. Ay, si los censores la pillaran se pondrían las botas. En un ejemplo de injusticia poética, Whitfield le hizo caso a Simmons: acaba de morir a los 39 años dejando la serie inconclusa. La muerte, con permiso de Lennon, también es algo que te sucede mientras te empeñas en hacer otros planes.“¿Y la vida? -se pregunta Diderot- Una serie de acciones y reacciones. Vivo, actúo y reacciono en masa... Muerto, actúo y reacciono en moléculas”. Moléculas: átomos y vacío. Eso es todo, tracio.
1 comentario:
No sabía lo de la censura sufrida por el "Espartaco" de Stanley Kubrick, pero la verdad es que no me extraña: el catolicismo es experto en ese tema.
He visto algún capítulo de la serie y no me ha gustado nada, así que me quedo con la cara de la versión de 1960.
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