11/1/18

LA NEGRA Y ESPECULAR NATURALEZA DEL ALMA HUMANA


Mucha distopía futurista, mucha tecnología ficción, mucho lado oscuro de la ciencia, y al final la mayoría de los nuevos episodios de “Black mirror” terminan dedicándose a abordar cuestiones filosóficas milenarias desde planteamientos conceptuales facilones y enteramente míticos. El problema de la consciencia. La naturaleza y localización de las funciones del alma. El sustrato de la identidad personal. Tras las excelentes primeras temporadas, bajo la cadena pública británica Channel 4, la compra de la marca por parte de Netflix supuso una deriva hacia propuestas más efectistas y simples, en donde la buena ciencia ficción termina convirtiéndose en mala filosofía ficticia.

Es el signo de nuestros tiempos: los aspectos técnicos avanzan mucho más rápido que los aspectos conceptuales. Ciencia ficción es que una máquina te teletransporte al polo Norte. Que te teletransporte al polo Oeste no es ciencia ficción, es no saber sobre lo que hablas. Partir de que la biografía se almacena en el ADN (“USS Callister”), que la visión funciona como un circuito de televisión (“Arkangel”), o que la memoria se codifica y se recupera en formato de imágenes (“Crocodile”) es filmar la distopía futurista de un niño cuya comprensión del psiquismo humano no va más allá de los dibujos de “Érase una vez la vida”. Pensar que la identidad puede trasplantarse como un código de información de un cerebro a otro y representar la psique como un cuerpo sentado en una sala oscura (“Black Museum”) es una ofensa irreparable a Aristóteles, a Skinner y a inolvidables capítulos de las temporadas anteriores (“The National Anthem”, “Be right back” o incluso “Nosedive”).

Creer que los avances técnicos harán irrelevantes las reflexiones de las humanidades es el sueño de los neuropedagogos que llevan años malogrando el bachillerato de nuestros adolescentes. La fascinación por los efectos especiales y los formatos digitales no consiguen ahogar los chirridos de la filosofía. Al final, la negra y especular naturaleza del alma humana sigue irresoluble convirtiendo los intentos de hacer ciencia ficción con ella en mera mitología barata.

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