19/7/18

BATES HOSPITAL


No sé si el guionista David Shore, el hombre que parió  al doctor House, tenía prisa en el momento de escribir los primeros capítulos de “The Good Doctor” (Telecinco) porque le hacía falta la pasta para pagar alguna factura o necesitaba urgentemente una nueva piscina. Pero está claro que tenía prisa. “The Good Doctor”, basada en una serie coreana, no quiere tener nada que ver con “House” y, por ese motivo, “The Good Doctor” y el doctor Shaun Murphy nos recuerdan constantemente a “House” y al doctor Gregory House. El doctor Murphy, un joven médico con autismo y síndrome de Savant, “ve cosas” en sus pacientes y encuentra soluciones imaginativas a sus problemas, pero no es capaz de comunicar de forma adecuada sus “visiones” materialistas a otros médicos. Por supuesto, el doctor Murphy no es un borde insoportable y egocéntrico como el doctor House, aunque entre la rudeza de House y la cándida sonrisilla de Murphy, yo me quedo con House.

Las prisas de Shore se notan en el poco cuidadoso diseño de algunos personajes y, sobre todo, en los espantosos “flashbacks” (escenas retrospectivas) con los que consigue despistar a los espectadores y ponernos a todos de muy mal humor. Lo peor que se puede decir de un “flashback” es que es tan molesto como una interrupción publicitaria, y eso es exactamente lo que logra ese constante “retorno al pasado” que lastra cada capítulo de “The Good Doctor” como hace Paz Padilla con todo lo que toca. Con todo, las aventuras del doctor Murphy en ese hospital que  funciona como una fábrica de recauchutados son entretenidas y producen una buena digestión, y tienen el aliciente de ver al actor Freddie Highmore dando un convincente salto mortal desde su inolvidable interpretación del joven Norman Bates en “Bates Motel” a este buen doctor que se enfrenta a otros médicos que tratan a los pacientes como trampolines hacia el éxito profesional y el consiguiente poder en el hospital. De acuerdo, la serie “The Good Doctor” es tan previsible como el desarrollo de un capítulo de “Colombo”, tan ñoña como los finales de “Entre fantasmas” y tan sensiblera como la alianza de civilizaciones de Zapatero, pero consigue que nos encariñemos con el doctor Murphy y que agradezcamos vivir en un país en  el que los hospitales públicos no son empresas privadas dominadas por la fiera competencia y el miedo a las demandas de los pacientes como motor inmóvil de la praxis médica.

Por cierto, estaría bien que la próxima serie de David Shore mezclara a Norman Bates, a Shaun Murphy y a Gregory House en “Bates Hospital”. Cuidado con la ducha.

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