1/6/08

EL MONSTRUO DE AMSTETTEN

Decir que la noche del viernes Cuatro emitió un programa especial titulado “Josef Fritzl: los secretos del monstruo” no basta. Porque el monstruo de Amstetten es mucho más que eso. Es un cerdo, un asqueroso, un tipo repugnante. Decir que la parte central del programa se dedicó a emitir el reportaje “El sótano de los horrores” se queda corto. Aquello era el sótano de las pesadillas, de las humillaciones, de la infamia.

Hace dos años Antena 3 se apuntó un tanto al pujar más que ninguna otra cadena y ser la afortunada que emitió en España la primera entrevista que Natalia Kampusch (la chica que estuvo ocho años secuestrada sufriendo abusos de su captor) concedió a la televisión austriaca. Ahora es Cuatro quien da la campanada al ser la que más pagó para emitir el reportaje que la británica Channel 4 estrenó la semana pasada y con el que se metió a los espectadores en el bolsillo. Y quien dice espectadores…

Pero a lo que iba. El viernes pudimos conocer un montón de detalles de cómo se descubrió lo que estaba ocurriendo y cómo el cerdo asqueroso lo había organizado todo. Vimos fotos, conocimos el sótano reconstruido por ordenador, nos dieron todo tipo de pormenores. Oímos el testimonio de vecinos, inquilinos, policías, psicólogos, funcionarios de prisiones, médicos, ex novios y antiguas amigas, incluso el de una mujer francesa que había vivido una situación sorprendentemente parecida a la de la pobre Elizabeth Fritzl. También seguimos las pesquisas de los reporteros de Cuatro desplazados para la ocasión y el análisis de psiquiatras y periodistas de sucesos. Gracias a que nos pasamos la noche con los ojos como platos pudimos conocer mejor a Josef Fritzl. Un monstruo que mantuvo encerrada a su hija violándola durante 24 años. Un cerdo que nos mantuvo a todos nosotros encerrados fuera sin poder saber lo que estaba pasando. Qué infame, con lo que nos gusta saber hasta el último detalle.

4 comentarios:

Haideé Iglesias dijo...

Queda muy bien llenarse de odio mirando la pantalla, al igual que en la antigua Roma, por hacer una aproximación, se utilizaba al circo para entretener a ya se sabe quien. ¿Encontraste algo de empatia dentro de tí para poder ponerte en el lugar de esas víctimas?.¿Encontraste dentro de tí un ricón para entender por qué una persona puede llegar ha realizar semejante accíón?.¿Te queda algún resto de sensibilidad para percibir lo que tienes a tu alrededor cotidiano y que no se te pase desapercibido algo parecido al estar embotado en/por tu propia inercia?. Esta todo bien cerca de nosotros (y en ocasiones dentro de nosotros) pero llevamos/ponemos vendas porque duele demasiado. Se nos llena la boca con palabras, siempre palabras, como estas, y tenemos embotada/vacia el alma.
¿Sabemos lo que es el alma?.Pobre concepto deteriorado por miles de seres humanos equivocados.

Anónimo dijo...

Hay que ser cerdo para ademas de mantener encerrada a una hija,violarla durante esos años.Que pena que la ley del ojo por ojo se haya quedado dormida en la esquina de la vida.Este tema me da tanta verguenza de que este ser pertenezca a nuestra raza,que me largo sin contar mas.
Saludos Antonio

Erosè dijo...

Si no conocemos las cosas que ocurren nos indignamos cuando nos indican que ocurre algo de lo que no teníamos conocimiento. Cuando ya conocemos lo que ocurre nos indignamos porque sabemos lo que ha ocurrido. Si no nos cuentan detalles de eso que ha ocurrido nos indignamos porque no nos lo cuentan y cuando ya nos cuentan los detalles del suceso nos indignamos porque nos los cuentan.

Querer saber tiene más empuje que darse cuenta de la reacción que nos provoca su ausencia o presencia. Para unos, el caso es indignarse, para otros es saber por morbo, para otros es saber para analizar y para las cadenas es tener audiencia y dinero. Que la gente escoga lo que quiera.

Eva Torices dijo...

El horror fascina, es una de las propiedades constitutivas de su naturaleza. El horror ahuyenta, paraliza, traumatiza y fascina.

Es fácil comprender por qué el horror ahuyenta: una pura cuestión adaptativa. Tampoco parece demasiado difícil comprender por qué el horror paraliza: algunas especies animales, como las zarigüeyas, se hacen las muertas para cuando perciben peligro para evitar ser atacadas. Incluso podemos llegar a comprender por qué el horror traumatiza: un proceso normal de aprendizaje puede desencadenar una fobia, algo que en un contexto natural nos protegería pero que en un contexto artificialmente seguro, como es la sociedad, resulta incapacitante.

Pero comprender por qué el horror fascina... eso se me escapa por completo. Sobre todo considerando que el horror no fascina a los animales. El horror sólo fascina a los humanos.

Hay algo, alguna propiedad emergente entre la condición de animal amoral (y por tanto inocente) y la condición de persona moral (y por tanto culpable de obra o de omisión) que nos permite quedarnos fascinados por el horror. ¿Quizá la misma cualidad que nos permite provocarlo?