10/12/08

POR LAS VIEJAS METÁFORAS

En “Sangre fresca” (Canal +), vampiros y humanos intentan vivir juntos, la humana Sookie y el vampiro Bill se enamoran, y un pequeño pueblo de Lousiana se convierte en un laboratorio donde el creador de “A dos metros bajo tierra” coloca sus tubos de ensayo sociológicos. No esperen ver al conde Drácula en “Sangre fresca”, por supuesto. La distancia entre un castillo de Transilvania y un bar de copas de Lousiana es demasiado grande.

Muchos humanos miran con desconfianza a los vampiros, y no todos los vampiros son tan buenos como Bill. Pero los vampiros son pocos, son raros, son diferentes, son repugnantes (se alimentan con sangre sintética), son mejores en la cama que los humanos y tienen colmillos, aunque ya no los usan para poder chupar la sangre fresca. “Sangre fresca” se presenta como una metáfora sobre la intolerancia, la xenofobia y el racismo, y ya decía Aristóteles que la metáfora produce placer porque es un conocimiento. No niego que ver “Sangre fresca” como una metáfora produzca placer, pero ¿produce también conocimiento? Veo arder unos troncos en la chimenea, y el fuego se convierte en ese “perro rabioso de un millón de dientes” del que hablaba Pablo Neruda. Comprendemos la metáfora pero, como se pregunta José Antonio Marina, ¿conozco algo al comprenderla? Reconocemos en la furia con la que las llamas roen el tronco lo que ha motivado la metáfora, pero ¿podemos llamar conocimiento a ese reconocimiento? Reconocemos en las metáforas de “Sangre fresca” algunos engranajes defectuosos de la sociedad actual. ¿Eso significa que Sookie y Bill nos ayudan a conocer nuestro mundo?

“Sangre fresca” es una metáfora ingeniosa que, como diría Marina, mantiene al tiempo la conciencia del parecido y del disparate. Porque esos vampiros de Lousiana son un puro disparate. El perro rabioso de un millón de dientes del que hablaba Neruda no tiene nada que ver con la combustión. ¿Qué tiene que ver la extraña naturaleza del vampiro Bill con Lousiana? Ya veremos. Pero lamento que cuando Sookie sirve una copa de vino a Bill, el vampiro no diga: “Yo nunca bebo... vino”. Por los viejos tiempos y la viejas metáforas.

6 comentarios:

Néstor dijo...

Otra serie que no voy a poder ver hasta que se alineen los astros y alguna cadena generalista en abierto la dé. Hoy Enric González habla también en el País sobre esta serie y voy a seguir su consejo, o bien abonarme al plus o bien comprarme la cadena, ahora que está a la venta. O bajármela de internet que es notablemente más barato y lo hago muy a menudo.

Eva Torices dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eva Torices dijo...

Antonio, normalmente tus respuestas me admiran, pero son tus preguntas las que me responden. ¿Hay conocimiento en el reconocimiento? ¿Qué conocemos al reconocer una metáfora?

Yo diría que el reconocimiento del que hablas implica la conciencia del conocimiento (uno sabe que sabe) mientras que el conocimiento en sí no conlleva conciencia (uno puede saber sin saber que sabe). Los animales, por ejemplo, saben sin saber que saben. Las personas, muchas veces, bueno, a veces, saben que saben. Y damos a esto una importancia trascendental. Hay que saber que se sabe para poder ejercer la responsabilidad, asumir la culpa, disfrutar el éxito, rectificar el fracaso, controlar la situación, tomar decisiones, anticipar, prever, remediar, manipular. Para todas esas conductas que, más allá de ser simplemente inteligentes, son por derecho y naturaleza, propiamente, humanas. Para funcionar en el mundo es suficiente con saber, pero para hacer el mundo hay que saber que se sabe.

Supongo que por eso la metáfora produce placer. Cuando uno es capaz de reconocer una metáfora no sólo está sabiendo algo, sino que está siendo consciente de que posee ese conocimiento, de que ejerce ese conocimiento, de que es ese conocimiento tanto como es sus piernas o su mirada. Es el placer de la existencia. El placer intrínseco de la acción. El motivo de que, dado el momento de elegir, prefiramos jugar que ganar, sembrar que recoger, tener que entretener, ocupar que preocupar, tener sed y tener agua.

Señor Insustancial dijo...

Soy un rendido admirador de True Blood por lo que tiene de chiflada más que nada y porque es una tontuna muy bien hecha que va de todo un poco al más puro estilo "A dos metros bajo tierra".

Edmond, puedes verla en streaming (online) en seriesyonkis.com y en seriesyestrenos. La primera temporada cuenta con 12 capítulos que ya han sido emitidos por HBO en USA. Vale la pena.

Un saludo a todos

Eva Torices dijo...

Lo de "las viejas metáforas" me ha inspirado, con tu permiso. Suena muy bien.

Daeddalus dijo...

¿Y tiene algo que ver con Crepúsculo? Es que eso de vampiro bueno enamorado de bella y dulce humana parece estar de moda.

Con lo que a mí me gustaban Bela Lugosi y Christopher Lee en esas películas de serie B tipo "Drácula y sus novias", donde las novias siempre lucían en "négligé" con peinados de cardados imposibles.