6/11/14

SANDRA Y EL ESCORPIÓN


Lo dijo Sandra Barneda durante el último bochornoso debate de “los atriles” en “Un tiempo nuevo”: “No me discutáis el formato del programa. El formato es el que es. Le iremos haciendo pequeños ajustes para que funcione cada vez mejor”. Y tenía razón. “Un tiempo nuevo” necesita algunas pequeñas reformas para obtener un pleno rendimiento, a saber, cambiar por completo la estructura de sus secciones, cambiar la realización, renovar totalmente la selección de los representantes de los partidos políticos, renovar totalmente la selección de los periodistas, elegir otro plató, otro logotipo, otra imagen de programa, tirar los atriles al contenedor de reciclaje de atriles, cambiar su duración, su horario y día de emisión, abandonar los temas políticos, cambiar el título, renovar completamente el departamento de maquillaje, peluquería y vestuario, ocupar la totalidad del programa con la emisión de una película de vaqueros. Y, sobre todos los todos, “Un tiempo nuevo” necesita cambiar de presentadores, olvidarse de la sobrepasadísima por los acontecimientos Sandra Barneda y el habitualmente eficaz pero ahora desubicado Javier Ruiz.

¿Conocen la fábula de la rana y el escorpión narrada por Esopo? Un escorpión pide a una rana que le ayude a atravesar un río; la rana recela temerosa de que el escorpión le clave el aguijón, pero accede al pensar que éste no será tan tonto de matarla en mitad del río ya que también supondría su propia muerte. Mientras cruzan la corriente, el escorpión aguijonea a la rana, y ante la mirada incrédula de ésta, el escorpión, sabiendo que van a morir ambos, sólo acierta a decir: “lo siento, es mi naturaleza”. Telecinco se lanza al ramo de los debates políticos y lo ahoga en mitad de la noche de los sábados convirtiéndolo en un ridículo gallinero, imposible de atender, directamente risible y más propio de otros géneros televisivos que constituyen la especialidad de la casa. A la vista de los pobres resultados de audiencia, Sandra Barneda mira con incredulidad a Telecinco, y la cadena, aturdida, sólo acierta de decir “lo siento, es mi naturaleza”.

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