29/11/14

Y PARA EL PAÍS


Los programas de debate político no deberían competir entre sí minuto a minuto por las audiencias. Puede estar bien que Susanna Griso y Ana Rosa Quintana se peleen por cada espectador cada programa. Puede estar bien que “Boom” y “Pasapalabra” se miren de reojo y se desayunen cada día con cada dato de audiencia. Quizá ése sea el tempo adecuado para la competencia entre programas de entretenimiento. Pero, desde luego, es el tempo más impropio para los informativos o los programas de actualidad política. A poco que se piense, es fácil convenir que cada género televisivo pide una evaluación con una temporización diferente. Y los programas de debate político deberían fijar sus objetivos en la fidelización de unos espectadores que lentamente van apoyando la labor sólida, templada y minuciosa de ofrecer en cada entrega los diferentes puntos de vista de un análisis meditado y nada demagógico. Una labor así no puede medirse por los mismos criterios por los que se mide “Sálvame” o “Los viernes al show”.

La edad de oro de las series de televisión que estamos viviendo necesitó de la existencia de una televisión por cable en donde los subscriptores no se abonan y desabonan de minuto en minuto sino cada muchos meses. Al renovar o no su suscripción, los televidentes no juzgan el capítulo de anoche sino toda una trayectoria. Eso permitió que aparecieran series como “Los Soprano”, que nunca hubiera existido si hubiera tenido que ser las más vista en cada capítulo de la primera temporada para no ser fulminada. Con los programas de debate político debería ocurrir algo parecido, y las cadenas deberían ocuparse de ello. Hoy competirán “La Sexta Noche” y “Un tiempo nuevo”, e, inevitablemente dadas sus inadecuadas reglas del juego, se apoyarán en invitados de relumbrón, tertulianos estrella y juegos de artificio impropios en su género. Mucho cuidado: potenciar lo que da audiencia inmediata en programas de actualidad política puede acabar teniendo repercusiones de larguísimo alcance para este género televisivo. Y para el país.

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