18/2/17

PRIVATIZAR "EUROVISIÓN"


Tiene sostenidos bemoles tanta insistencia en que lo público funciona mejor cuando es privado, que lo de todos mejora cuando es solo de algunos, que la solución a los males de la sociedad está en el individuo, pero que, luego, no se aplique esta letanía a “Eurovisión”. Se apuesta por privatizar y se privatiza la sanidad, la enseñanza, los servicios públicos en general, el agua, el sol, la sombra y el viento, pero sigue perteneciendo a la tele pública el festival del horror, la consagración del exceso, la mayor prueba que Platón jamás soñó de que no solo existen cosas horteras sino también la Horterez en sí, la Idea de Horteridad, lo Hortera como ser real, inmutable y eterno.

Lo sorprendente no es el fanatismo que vimos el otro día en “Objetivo eurovisión”, lo sorprendente es que hay quién se sorprende de que puedan comportarse como fanáticos de Eurovisión quienes se autodenominan “eurofans”, o sea, “fanáticos de eurovisión”. Lo sorprendente no es que los partidos políticos se ocupen del asunto y lo lleven al Congreso, lo sorprendente es que forma parte del estricto desempeño de su función parlamentaria de vigilancia de la cosa pública ocuparse de la elección de un chavalín que prefiere cantar y ser famoso a someterse a esa estafa que es la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad. Lo sorprendente, en fin, no es que TVE no sepa dónde esconderse mientras las cadenas privadas hacen leña del árbol caído, lo sorprendente es que “Eurovisión” no esté en una privada desde hace muchos años.

Hace mucho que Telecinco es la mejor opción. Jorge Javier Vázquez ya está dándole vueltas en “Salvame” como cada año. Mª Teresa Campos también: “Eurovisión me importa lo mismo que a Mila Isabel Pantoja. Es tan decadente”. Justo lo mismo que tantos pensamos de “Eurovisión”, Mila, Pantoja, ella y su hija Terelu. Así que privatización, ya: los eurofans demostraron que no tienen nada que envidiar a los mujeresyhombresyvicefans, y al rondó barroco que sirve de sintonía de “Eurovisión” le quedaría pintiparado un ritmo reguetón y letra con perreante coreografía: “A ella le gústan los dóóce púúúntos. ¡Dáme más dóóce púúúntos!”.

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