
Por algún extraño motivo que nadie alcanza a comprender, los humoristas están convencidos de que la imitación es un género menor de cuya práctica deben avergonzarse. Excelentes imitadores arruinan sus carreras cuando alguien les convence de que su trabajo debe extenderse a rangos más amplios del humor y el entretenimiento. Fuentes ya demostró con "La noche..." y "Caiga quien caiga" que fuera de las imitaciones no pasa de ser un showman televisivo discreto, capaz de llevar a delante un espacio con corrección, pero incapaz de ser recordado diez minutos después de su término. Así que ha tenido el buen juicio de volver al campo que domina y en el que se puede sentir más seguro: la imitación. Pero ha fallado al elegir el objeto que imitar: en 2009 un espacio que se limite a igualarse a los otros mil que se dedican a gastar bromas incómodas a políticos, hacer cámaras ocultas y sondeos frikis a pie de calle no puede tener más éxito que el que hace quince años tenían los imitadores de Chiquito de la Calzada. Yo, de hecho, después de "Malas compañías" sólo pude exclamar: ¡¿Comorr?!
1 comentario:
Un comentario muy atinado! Efectivamente, los programas de Fuentes son imitaciones de otros, imitaciones malas, ni siquiera paródicas. Y su CQC fue una gaseosa, nada más.
Saludos!
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