
¿Era necesaria esta crueldad hacia la figura de Whitney? Estamos hablando de una de las mayores personalidades del soul que ha dado la música norteamericana en los últimos cuarenta años, criada entre el gospel y la mejor música negra gracias a figuras como Cissy Houston o Dionne Warwick, autora de grandísimos discos de standars, funky y soul, que supo llevar al escenario en directos potentísimos, muchos de los cuales han quedado recogidos en grabaciones históricas editadas en vídeo y disponibles por todas las cadenas de televisión, -inolvidables su “Concert for a new South Africa” o “2nd night Washington”-. ¿De verdad hacía alguna falta la emisión del supermegatruño infumable de “El guardaespaldas”? A sabiendas de que la cantante nunca fue una gran actriz, Divinity podría haber mostrado un poco más de consideración, haber huido de la humillación fácil de la artista que acaba de abandonarnos y haber programado otras películas como “Waiting to exhale” o “The preacher’s wife”. ¿Queremos quedarnos para siempre con la imagen de Whitney cantando con un casquito metálico siendo protegida por Kevin Costner? Todo el mundo le está rindiendo homenajes, sus admiradores aún no se han recuperado del golpe de su pérdida, ¿por qué tenemos que volver a escuchar tan pronto la ranciérrima y petardísima “I will always love you” que Houston nunca debió haber grabado?
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