
Hay quien dice que era un caso de unos vecinos que discutían por el volumen con el que pone la música uno de ellos. Otras versiones hablan de unos hermanos peleados por una herencia. El caso es que en mitad del programa, cuando ya seis polemistas habían defendido furibundamente a gritos a uno u otro de los litigantes, Sandra Barneda se acercó a una mujer bajita con mechas que suele participar en el espacio y le preguntó su opinión sobre el conflicto. “Bueno...”, la alarma empezó a cundir dado que la señora hablaba en un tono normal y tranquilo, “... la verdad es que no sé... entiendo la postura de ambas partes... no podría decidirme hoy por uno u otro”.
Comenzó a sonar una sirena de emergencia y unas potentes luces rojas empezaron a parpadear por todas partes. Se detuvo la grabación. A través del pinganillo, Sandra recibió órdenes para derribar a la mujer e inmobilizarla en el suelo a la espera de que los responsables de Telecinco decidieran cómo resolver la crisis. Aquí de nuevo las versiones difieren respecto del número de asistentes que sufrieron crisis de pánico y el tiempo transcurrido hasta que se desalojó el recinto y aparecieron unos hombres vestidos de negro que confiscaron las cintas grabadas hasta entonces y condujeron en volandas a la mujer fuera de los estudios para meterla en una furgoneta con la que desaparecieron en la noche. Y eso que era de día. Sandra no paraba de llorar.
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