24/1/17

LA ROSA PÚRPURA DE CALIFORNIA


Querido Jim Parsons: lo siento, pero mientras sigas siendo Sheldon Cooper en “The big bang theory” no puedes actuar en el cine. Asúmelo. Peter Falk no rodó películas mientras era el teniente Colombo. Hugh Laurie no rodó películas mientras era el doctor House. Leonard Nimoy no rodó películas mientras era mister Spock. El otro día fui a ver “Talentos ocultos”, esta peli sobre las matemáticas negras que trabajaron en la NASA a comienzos de los años 60. Y no te imaginas el rumor que recorrió la sala en cuanto apareciste en pantalla interpretando al ingeniero Paul Stafford. “Es Sheldon”, “¡mira, Sheldon!”, “¡Sheldon! ¿qué hace aquí?”. La gente sonreía cuando hablabas, aunque no tenía ninguna gracia nada de lo que decías. Un chavalín de unos diez años estaba sentado delante de mí, se volvió hacia su madre y le preguntó “¿pero Sheldon Cooper en los años 60 ya había nacido? Entonces, ¿cuántos años tiene ahora?”.

El éxito de “The big bang theory” ha sido tan brutal que ha provocado cambios en tu propia identidad. Ya no eres Jim Parsons, un actor que interpreta al personaje de Sheldon Cooper. Ahora eres Sheldon Cooper, un científico friki que se ha encarnado en el cuerpo de Jim Parsons. Supongo que recuerdas “La rosa púrpura de El Cairo”, la increíble película de Woody Allen que plantea la lucha feroz entre un actor y su personaje por el amor de la pánfila Cecilia. En el guion de Allen la realidad termina venciendo a la ficción de forma tramposa y lamentable, pero si la película hubiera sido “La rosa púrpura del Instituto de Tecnología de California” Cecilia no sólo se hubiera quedado con Sheldon Cooper, sino que no se habría llegado a enterar de la existencia de Jim Parsons. Has muerto de éxito; más concretamente, has sido matado de éxito por tu personaje. “Persona” significaba originalmente la máscara que los actores del teatro clásico llevaban para indicar cuál era su papel en la obra, y mientras Sheldon Cooper siga vivo me temo que tú no podrás ser nada más que la cara que sostiene su careta.

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