30/12/09

CONTRA EL CANIBALISMO, CLARO


Puestos a simplificar, simplifiquemos con estilo. Hay dos clases de personas, los que creen que los programas de tarot en directo son una estafa graciosa y los que creemos que son una estafa sin maldita la gracia. Los que creen que “CSI” o “Los Simpson” ya llevan demasiado tiempo con nosotros y los que creemos que quienes llevan demasiado tiempo en nuestras vidas son Mercedes Milá o Jorge Javier Vázquez, no Horatio o Homer. Los que creen que programas como “Tal cual lo contamos” sólo son un reflejo del mundo en que vivimos y los que creemos que sólo son una prueba más de que Dios no existe ni de broma. Los que creen que “Fiebre Maldini” es “El Bulli” de los programas futboleros y los que creemos que es un sabroso plato del día (postre, pan y vino incluidos) en el restaurante de la esquina. Hay dos clases de personas, los que no ven “¡Qué bello es vivir!” todas las navidades y los que creemos que si no fuera por “¡Qué bello es vivir!” la programación televisiva navideña sería una estafa graciosa, algo que lleva demasiado tiempo con nosotros, el reflejo del mundo en que vivimos y “El Bulli” del mundo audiovisual.

Puede que la televisión navideña sea una estafa sin gracia, pero no hace tanto daño como “Sálvame diario”. Puede que la televisión navideña sólo sea una prueba más de que Dios no existe ni de broma, pero también tiene el aroma del plato del día en el restaurante de la esquina. Puede que “¡Qué bello es vivir!” esté tan pasada de moda como ver a Pepe Isbert buscando a Chencho en la Plaza Mayor de Madrid, pero no importa. Con películas como “¡Qué bello es vivir!” a algunos nos pasa lo mismo que a Jorge Luis Borges con el canibalismo, pero al revés. Borges decía que no estaba a favor del canibalismo, claro, pero que no podía pasar mucho tiempo hablando de ello. Algunos estamos a favor de “¡Qué bello es vivir!”, claro, pero no podemos pasar mucho tiempo hablando de ello porque sería como explicar un chiste después de haberlo contado. Sólo diré que es posible vivir sin “¡Qué bello es vivir!”, claro, pero es una vida peor.

James Stewart hace que queramos ser mejores personas. De acuerdo, no es más que una simplificación, pero una simplificación con estilo.

1 comentario:

Carlitos dijo...

Dios no existe ni de broma. Por eso hay que ver todos los años "Qué bello es vivir". Esta entrada me ha alegrado la noche, que se espera tenebrosa.