
Si por mí fuera “Tú sí que vales” se hundiría sin remedio porque soy uno de los primeros espectadores desalojados que se escapan por el rebosadero cuando una cadena sumerge un ‘talent show’ con semejante planteamiento en su programación. Porque en “Tú sí que vales” los auténticos protagonistas, los que gracias al programa ganan popularidad y presencia mediática, los que de verdad se la juegan y de quienes depende el éxito del espacio no son los participantes, sino los jueces. En este sentido, la vuelta del ventrílocuo Rockefeller, el transformista José Luis Moreno y el muñeco Risto Mejide (o algo así) no es una buena noticia; pero es aún peor tener que tragarse a Paquirrín, el tipo que menos tuvo que demostrar a nadie en la historia de la televisión para estar donde está, en su nuevo papel de “voz del pueblo”.
Ya nos vendieron a la princesa del pueblo, ahora llega la voz del pueblo, y nos tememos que cuando Isabel Pantoja empiece a menear el bullarengue en “¡Más que baile!” (vayamos rezando nuestras oraciones, que está al caer) tendremos a la viuda del pueblo. Demasiado pueblo y demasiado título innobiliario autoimpuesto, ya solo falta que nos digan cuál es el pueblo del pueblo, ¿será el que estos días está aguantando como vecinos a los frikis de “Acorralados” en Asturias?
No hay comentarios:
Publicar un comentario