23/5/18

DIOS AHOGA Y APRIETA


Las “Tardes de misterio” de Paramount son una buena manera de huir de los ecos de la boda de Harry y Meghan, esa pareja que ha sido premiada con el despliegue más absurdo y desproporcionado desde que cientos de policías y soldados del Estado de Illinois persiguieron a Jake y Elwood, los “Blues Brothers”, en la película “Granujas a todo ritmo”. Estas últimas semanas, el protagonista de las “Tardes de misterio” es el Padre Brown, el personaje creado por el escritor G. K. Chesterton empeñado en resolver crímenes y misterios apelando a la razón. El Padre Brown es, en efecto, un cura católico adicto a la razón que en el relato “La cruz azul” logra desenmascarar a un falso sacerdote porque el impostor atacó a la razón y eso, según el Padre Brown, es “mala teología”. El cura que imaginó Chesterton no es sólo un detective aficionado que siempre pilla al malo, sino un hombre que está convencido, como el papa Benedicto XVI, de que la fe y la razón son compatibles hasta el punto de que el mismo Dios está sometido a la razón. Pero una cosa es resolver crímenes en el pueblo de Costwold sin soltar el paraguas, como hace el Padre Brown, y otra cosa muy diferente es entender la deriva irracional en la que se ahoga Cataluña y el absurdo culebrón doméstico-político alrededor del chalé de Pablo Iglesias e Irene Montero.

¿La razón? Eso está muy bien para saber quién envenenó a quién y por qué. Pero, más allá de la razón y del paraguas del Padre Brown, nos encontramos con la boda de los “Blues Brothers” británicos, con cruces en una playa del Maresme plantadas por independentistas en bañador, y con una consulta a las bases de Podemos que decidirá el futuro de dos políticos acusados de comprar un chalé. Los crímenes de los que se ocupa el Padre Brown pueden ser racionales, pero la vida no lo es porque, si lo fuera, no respiraríamos y beberíamos por el mismo conducto con el riesgo de atragantarnos ni tendríamos que aguantar bodorrios reales, playas crucificadas y chalés trasformados en asuntos políticos. Atacar a la razón será mala teología, como sostiene el Padre Brown, pero atacar a la razón es buen espectáculo y buena política. Dios ahoga cuando no ajusta el conducto por el que respiramos y bebemos, y aprieta cuando permite que la razón del Padre Brown sólo sea útil en Costwold.

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