22/5/18

MUERA EL ENTRETENIMIENTO, VIVA LA DIVERSIÓN


Para entender por qué “La noche de Rober” no termina de afianzarse en el prime time de los viernes de Antena 3 hay que saber distinguir entre la diversión y el entretenimiento. El entretenimiento fue el género estrella del siglo XX, la televisión amable y generalista que produjo los mejores shows de la historia. La diversión está siendo el género estrella del siglo XXI, la televisión canalla y dirigida a un público muy segmentado que está produciendo los mejores shows del presente. El entretenimiento es ligero, busca que el espectador exclame “¡mira!” y se ría con alegría. La diversión es intensa, busca que el espectador grite “¡joder!” y se ría con sarcasmo. El access time es el reino del entretenimiento, el prime time es el reino de la diversión. El entretenimiento busca el consenso, la diversión busca la polémica. Ambos -el entretenimiento y la diversión- son ingeniosos e irreverentes, pero el entretenimiento pone la irreverencia al servicio del ingenio, y la diversión pone el ingenio al servicio de la irreverencia.

“La noche de Rober” es entretenida, pero no es divertida. Podría funcionar dos horas antes o veinte años antes, pero no a las once de la noche en 2018. Va dirigida al gran público, cuando el gran público se ha desmembrado en centenares de públicos pequeñitos. Pretende gustar, como todos los programas, pero a Roberto Vilar y a su sonrisa democratacristiana se le nota, y eso es lo peor que puede ocurrir en una sociedad que ha hecho de la paradoja y la falsa conciencia su estructura emocional básica. No falla el presentador, ni fallan los guionistas, ni los colaboradores, ni los invitados; falla el género, y, si me apuran, falla la televisión en su conjunto, y, si me apuran todavía más, falla la sociedad.

Ah, otra diferencia más: el entretenimiento es autonómico y la diversión es estatal. El entretenimiento es cercano y la diversión es distante. Y la cercanía autonómica de Rober lo va a tener bastante difícil contra la basura, distante y divertida, de “Volverte a ver”.

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