22/2/12

SANDRA NO PARABA DE LLORAR

Es un rumor que está tomando fuerza en las redes sociales. Nadie se atreve a garantizarlo, pero mucha gente asegura haber hablado con alguien que sí conoce de primera mano lo ocurrido o que incluso estuvo allí mismo, en el mismísimo plató de Telecinco donde tuvieron lugar los hechos. Hay quien señala que posee la grabación desaparecida y que pronto la colgará en youtube. Creo que es mi obligación hacer pública esta historia: parece ser que durante la realización de uno de los programas de “De buena ley” uno de los habituales polemistas del público no tuvo una clara opinión formada a favor o en contra de ninguna de las partes.

Hay quien dice que era un caso de unos vecinos que discutían por el volumen con el que pone la música uno de ellos. Otras versiones hablan de unos hermanos peleados por una herencia. El caso es que en mitad del programa, cuando ya seis polemistas habían defendido furibundamente a gritos a uno u otro de los litigantes, Sandra Barneda se acercó a una mujer bajita con mechas que suele participar en el espacio y le preguntó su opinión sobre el conflicto. “Bueno...”, la alarma empezó a cundir dado que la señora hablaba en un tono normal y tranquilo, “... la verdad es que no sé... entiendo la postura de ambas partes... no podría decidirme hoy por uno u otro”.

Comenzó a sonar una sirena de emergencia y unas potentes luces rojas empezaron a parpadear por todas partes. Se detuvo la grabación. A través del pinganillo, Sandra recibió órdenes para derribar a la mujer e inmobilizarla en el suelo a la espera de que los responsables de Telecinco decidieran cómo resolver la crisis. Aquí de nuevo las versiones difieren respecto del número de asistentes que sufrieron crisis de pánico y el tiempo transcurrido hasta que se desalojó el recinto y aparecieron unos hombres vestidos de negro que confiscaron las cintas grabadas hasta entonces y condujeron en volandas a la mujer fuera de los estudios para meterla en una furgoneta con la que desaparecieron en la noche. Y eso que era de día. Sandra no paraba de llorar.

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