16/2/10

GLORIA A MERCERO



Lo sorprendente no es que un hombre pierda la memoria, sino que los demás la mantengamos. Ése es el escurridizo misterio que encierra la vida, al que los fisiólogos se enfrentan con las unidades de medida equivocadas y los psicólogos combaten en una lucha de fuerzas muy desigual. La persistencia del mundo y su mantenimiento constante a partir de la sucesión de cada una de nuestras experiencias concretas es un prodigio que deja pequeño al big bang y que inevitablemente recuerda a la sensación de movimiento que el cine consigue mediante la proyección a toda velocidad de fotografías estáticas. ¿Por qué cuando abro los ojos cada mañana mi casa me resulta familiar, por qué me invade esa tristeza infinita cada vez que veo esa trenza de pelo en esa persona, por qué sé que Donald O’Connor va a chocar contra un muro de ladrillos cada vez que abre la puerta en el "Make’em laugh" de "Cantando bajo la lluvia"?

Antonio Mercero está perdiendo la memoria. Y el momento en el que sus hijos recogieron el Goya que se le entregó en la gala del domingo se convirtió en la escena más honradamente tierna que hemos visto en muchos años. Contaron que su padre siempre decía que quería morir rodeado de sus hijos y viendo "Cantando bajo la lluvia", y que su enfermedad le estaba permitiendo ver continuamente "Cantando bajo la lluvia" como si fuera la primera vez. Recordar el mundo es hacerlo nuestro, pero también es perder la experiencia de su encuentro y es para esa experiencia para lo que estamos vivos. Imaginar a Mercero sorprendiéndose una y otra vez de que Donald O’Connor choque contra un muro de ladrillos mientras canta "Make’em laugh" hace llorar hasta a José Miguel Monzón (José Miguel Monzón es el Gran Wyoming cuando sale por la tele, y el Gran Wyoming es José Miguel Monzón cuando llora), pero también convierte al viejo director en una persona intensamente viva, que únicamente responde a la ternura honrada y a un mundo que se crea de nuevo en cada momento. Gloria a Mercero y a todos cuya profesión se basa en conseguir que cada imagen se apoye en la persistencia en la retina de la imagen anterior.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué guapo.

Naves dijo...

Grande Mercero, no sabía lo del alzheimer y me he emocionado al leer tu artículo.

Anónimo dijo...

Me gusta la gente que sabe poner una barrera de protección a la gente querida aunque no la conozca personalmente, y ver la parte positiva cuando el resto nos dedicamos a lamentarnos...

Tiene un toque a peli "la vida es bella". Me ha gustado mucho

Gsus