25/11/10

AYÚDAME, OSCAR WILDE

¿Imita el arte a la realidad o la realidad al arte? Yo tenía completamente clara esta viejísima polémica hasta que me convertí en un fanático de "Impares", la comedia sobre encuentros de parejas que veremos durante muchas próximas semanas en Neox. "Impares" se nos presenta en dos formatos: el "Impares" normal que ya conocíamos de la temporada pasada en donde se nos cuentan las primeras citas a que dan lugar los emparejamientos caprichosos de la agencia matrimonial Impares, y el "Impares Premium" que se estrena este año con las terapias a que se someten las parejas que finalmente se formaron en la agencia de contactos. Échenle un vistazo y estarán de acuerdo conmigo: "Impares" es una comedia ácida, exagerada y caricaturesca, y, al mismo tiempo, hiperrealista. Joder, las relaciones de pareja actuales son exactamente como se cuentan ahí. Es imposible que la realidad se haya vuelto tan sarcástica, tan borderline, tan bizarra, sin el concurso activo del arte. Es imposible que el arte dé tan afiladamente en el clavo sin ponerse al servicio de la realidad. No entiendo nada.

El objeto y su representación. El lenguaje y la naturaleza. El arte y la vida. "The office", en una clave completamente diferente, va en la misma dirección de lo que se está comentando aquí. En ambos casos los protagonistas hablan a la cámara y exponen con orgullo alguna de las mil vías que puede adoptar el egocentrismo para desembocar en alguno de los mil trastornos de personalidad que definen nuestro tiempo. El drama que nos ahoga a diario en la realidad se convierte en comedia en cuanto atraviesa la pantalla del televisor, aunque no se retoque ni una coma, aunque la pantalla pase a ser un espejo perfectamente plano. Veo "Impares" en pareja, ambos doblados de la risa de principio a fin. El arte imita a la realidad. Y cuando termina descubro que empezamos a estar influidos por algunos personajes, que valoramos de forma diferente nuestras escenas cotidianas por su relación con las de la serie. La realidad imita al arte. Ayúdame, Oscar Wilde.

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